Vellohomo y su IV Aniversario

Cualquier blog es un trabajo personal. Siempre.

Sin embargo, a lo largo de todo este tiempo y desde que me animé a "escribir" la primera página de este sitio, fui teniendo la sensación -cada vez más intensa- de que lo personal iba franqueando los límites primeramente delineados, y esta actividad de todos los días se afianzaba entonces en algo mucho más colectivo, comunitario si se quiere, o mejor dicho: conectado con los demás. Cuando se comparte algo, se diluyen los cercos de las pertenencias. Entonces, gratamente, fui cayendo en la cuenta de que este blog no era ya tan mío, sino que se parecía más a una casa por la que van pasando personas muy especiales y mi función no más que la de un buen casero que cuida celosamente una posesión que no es enteramente suya.

Hoy esta casa cumple 4 años. Parece mentira, pero es así. Lo que parece mentira es que aún permanezca en pie. Bueno, digo que parece mentira, pero en realidad si lo pienso mejor es natural que esa permanencia exista hoy gracias a que este mismo punto en el que tus ojos se posan para leer estas palabras, no sea más que un espacio de confluencia donde convergen voluntariamente muchos hilos provenientes de distintos y lejanos lugares. Sí, claro, lo que verdaderamente parece mentira, es que en un punto tan pequeño pueda coincidir tanta gente, puedan convivir tantos pareceres y opiniones tan disímiles como semejantes, tantas historias de vida diferentes, edades diversas y nacionalidades varias. No obstante, esos hilos, distintos o parecidos, somos nosotros, y aquí estamos.

Que los hombres velludos -esa gloria del universo- fueron un tema de convergencia elemental para este encuentro, parece una evidencia obvia. A pesar de esto, a veces dudo que sea así. Porque no todos los días es así. Sin embargo, esa deliciosa obsesión, esa atracción común está allí, estuvo desde el vamos, encantadora e inagotable. Debo reconocer que cumple y seguirá cumpliendo su cometido, pero, afortunadamente, el recorrido de este simple -y nada novedoso- blog, comprendió que existen muchos “efectos secundarios”, posteriores a esa admiración casi de museo, que propiciaron encuentros de almas no sólo en el terreno virtual, sino en el real. Y es que el historial de Vellohomo y sus visitantes tiene una trayectoria ciertamente notable. Desde la legendaria fundación de su querido Café al que asisten tanto los conocidos tertulianos de siempre como sus eternos y no menos presentes “silentes” que presentimos tan asiduos como los primeros, Vellohomo ha registrado entre sus filas amistades entrañables, amores imposibles, cruces de océanos, de países, de provincias, encuentros inolvidables, abrazos emocionantes, culebrones, festejos de aniversarios (por ejemplo) que llegan al alma, y otras tantas celebraciones que de tanta cotidianidad a veces parecen pasar desapercibidas aunque queden guardadas en un casi común y cómplice lugar secreto de nuestros corazones. Y eso sí es novedoso, al menos en lo que a mí respecta.

Por todo eso hoy no hablaré de lo que significa Vellohomo para mí, sino que dejaré a Vellohomo que hable por sí mismo. No, no estoy loco, ni es un imposible, porque si lo pensás bien, todas las cosas terminan hablando por sí mismas. En efecto, las cosas y los hechos hablan por sí mismos, siempre lo hicieron, sólo tenemos que ser lo suficientemente sensibles como para poder escuchar, y lo suficientemente inteligentes como para saber entender. Y cuando estaba buscando la música para editar el clip de hoy (tenía que ser algo especial tratándose de este 4º aniversario), me di cuenta que ya la tenía guardada en mi archivo de MP3, y que sus palabras decían lo mismo que Vellohomo hubiese dicho hoy,  como si el mismo blog –independientemente de su administrador, de su “casero”- tuviera el don del habla y se hiciera escuchar por primera vez. No fue fácil tener la certeza, pero, después de 4 años, estoy seguro ahora de que Vellohomo estuvo todo el tiempo diciéndonos algo como esto: