De la belleza clásica
Contrariamente a los gustos actuales en donde el tamaño sí importa, en la antigüedad, Grecia lideró la tendencia a valorar y admirar a los penes pequeños, que ensalzaban las virtudes esenciales de la masculinidad. Por tanto el miembro pequeño era un aspecto codiciado en el macho alfa. Pues los hombres ideales eran dioses, héroes, atletas, etc., y todos ellos eran representados con genitales minúsculos y nunca erectos, mientras que las vergas gruesas, a menudo excitadas, peludas y descomunales correspondían a los sátiros o a todo tipo de hombres que de las más altas virtudes descendían a los más oscuros vicios, a la decadencia y al caos. En definitiva, el pene grande, para los antiguos griegos, describía al hombre vulgar, salvaje y bárbaro. Tantas veces nos hemos intrigado por lo excesivamente pequeños que a veces aparecen los penes de las estatuas clásicas, pero claro, lo bello, era otra cosa. La galería de hoy no olvida aquellos principios apolíneos. Veamos:
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ResponderEliminarEn la expresión usada para señalar que uno va a acabar se dice: "me voy". Informando efectivamente de la sensación que uno en ese momento como que deja el cuerpo y por un corto momento flota.
ResponderEliminarBuenas y frecuentes "flotaciones" en 2015
Vellohomo acaba este año, pero aún no dice "me voy".
ResponderEliminarHermoso tu comentario, Anónimo. Esperemos "flotar" maravillosamente el año entrante...
Saludos!!!
Que así sea, señores! No hay sensación más espléndida que precisamente esa; la que se experimenta al terminar... Después de el esfuerzo llega la satisfacción de recibir la recompensa y el éxtasis que precisamente nos lleva al flotar... Terminar para volver al comenzar, el ciclo infinito de la vida a través del tiempo. ¡Ojalá que este próximo 2015 nos la pasamos flotando todos!
ResponderEliminarManu,
ResponderEliminarque así sea.
Es extraño, pero personalmente, asocio mucho más la sensación de "flotar", no tanto cuando sucede finalmente el orgasmo, sino en muchos momentos en el transcurso del acto sexual. Lograr una sublime línea de flotación al borde de la culminación del placer, es algo simplemente glorioso. Y muchas veces, superior al mismo orgasmo.
Hay algo increiblemente morboso en ver salir una buena corrida.
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