De la belleza clásica
Contrariamente a los gustos actuales en donde el tamaño sí importa, en la antigüedad, Grecia lideró la tendencia a valorar y admirar a los penes pequeños, que ensalzaban las virtudes esenciales de la masculinidad. Por tanto el miembro pequeño era un aspecto codiciado en el macho alfa. Pues los hombres ideales eran dioses, héroes, atletas, etc., y todos ellos eran representados con genitales minúsculos y nunca erectos, mientras que las vergas gruesas, a menudo excitadas, peludas y descomunales correspondían a los sátiros o a todo tipo de hombres que de las más altas virtudes descendían a los más oscuros vicios, a la decadencia y al caos. En definitiva, el pene grande, para los antiguos griegos, describía al hombre vulgar, salvaje y bárbaro. Tantas veces nos hemos intrigado por lo excesivamente pequeños que a veces aparecen los penes de las estatuas clásicas, pero claro, lo bello, era otra cosa. La galería de hoy no olvida aquellos principios apolíneos. Veamos:
¡¡¡DIOSSSSSSSS!!! ¡Sabía bien que este era un buen día para volver aquí a mi querido Caf[e VH! Qué maravilla tan grande son las exquisitas e inigualables PATORRAS peludas de macho... ¡Son de los fetiches que se pueden exhibir y admirar de forma más sencilla! Claro, nos gustan y nos enloquecen los pechos, las vergas y los culos; pero para acceder a ellos de forma libre hay que estar en ciertas circunstancias; en cambio, las piernas pueden disfrutarse con total y absolute morbo y discreción en la misma calle; ya ni qué decir en el gimnasio o en la playa... Parafraseando un poco a mi admirado Quino y a mi muy querida Mafalda... ¡son el continuóse del empezóse... para esperar el acabóse! Sobre todo cuando dejan a la vista al más consentido de mis fetiches... ustedes ya saben cuál es.
ResponderEliminarEn especial me gusto mucho el alumno de yoga que aparece en la foto # 17... Siempre me ha parecido admirable la habilidad que puede tener una persona para usar su cuerpo de la forma que desee; y si a eso le añadimos que ese alguien es macho y además peludo... ¡pues ya tenemos buen camino avanzado!
Mi querido Franco; sé que cuento con tu comprensión por mi ausencia, pero en verdad estoy muy apenado... Estoy teniendo unos días bastante atareados que empiezan antes del amanecer y terminan mucho después del anochecer; siempre me había dado tiempo de venir a relajarme un rato al café pero esta vez estoy que no me la acabo, aunque no es posible dejar de tenerte presente... por ello no puedo dejar de hacerle honor a tu labor tan afanosa y prolija de tener siempre nuestro lugar tan radiante como siempre. Además... ¡estoy viendo que esta es la parte VIII de una serie! De inmediato me voy a dar una vuelta por las otras siete para no sentir que me las perdí... ¡Mil millones de abrazos y otros tantos de besos para ti, Gaucho de Oro!