Para mis amigos II

Si vas a Ciudad Juárez, lo mejor es ir a pié.



























































































Comentarios

  1. ¿Qué más te puedo ya decir, mi amadísimo Franco? ¡Me has hecho en este preciso y precioso momento EL HOMBRE MÁS DICHOSO DE ESTA CIUDAD! Me has dibujado en el rostro una sonrisa del tamaño del Ecuador... y has provocado que en mis ojos brote un brillo de emoción (realmente de emoción)... ¡GRACIAS HOY Y SIEMPRE POR TENERME PRESENTE, GAUCHO DE ORO!

    Este envío llegó una semana después de que lo pusiste en el correo... ¿cómo no iba a tardar si vino por la vía terrestre y pedestre? Estoy recibiendo al buen mensajero que lo trajo aquí a mi puerta, que viene desde allá de la Argentina y trae una sombra en su rostro porque solo se detenía para asearse, mas no para rasurarse, pues no quería perder más tiempo... eso no opaca para nada su mirada cristalina y esas manos de venas saltadas y vellos oscuros... le pido que deje el paquete sobre la mesa de centro y lo invito a tomar asiento para ofrecerle un refresco y darle oportunidad de darse un respire mientras voy abriendo el paquete y admirando lo que contiene... El mensajero sonríe porque percibo que ve en mi rostro mi embeleso... Me pide que le regale una firma de recibido para entregársela en propia mano al remitente cuando esté de vuelta allá en su tierra... yo en ese momento me pongo de rodillas frente a él, tomo su tobillo más próximo y empiezo a desatarle las botas para después despojarlo de sus medias y estamparle en cada una de sus plantas y entre cada uno de sus dedos, con mi nariz y con mi lengua, la firma de mi emoción y mi agradecimiento por haber traído tan semejante cargamento de deleites y delirios... en especial ese cierre tan radiante que fue poner las joyas que se carga el tremendo Adam Russo... ¡Brutalmente delicioso!

    Franco, mi querido amigo, mi apreciado cómplice de placeres y fetiches... recuerdo tan bien que el ultimo día que nos vimos cuando estuviste de visita aquí en mi país, me dedicaste aquí mismo en el Café una galería similar; ahora, poco más de 3 años después, quisiera darte un abrazo como el que nos dimos esa tarde allá en aquel lugar maravilloso donde te vi desplegar tus talentos... Un abrazo que, al igual que aquel, va cargado de emociones y sentimientos que van más allá de los pies y de los vellos... ¡GRACIAS POR BORRAR LAS DISTANCIAS DE UNA FORMA TAN DELICIOSA! Gracias por abrigar al mismo tiempo, desde allá en donde estás, emociones y deseos... ¡Eres un hombre GIGANTE, Gaucho de Oro! ¡GRACIAS hoy y siempre, de verdad!

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