Contrariamente a los gustos actuales en donde el tamaño sí importa, en la antigüedad, Grecia lideró la tendencia a valorar y admirar a los penes pequeños, que ensalzaban las virtudes esenciales de la masculinidad. Por tanto el miembro pequeño era un aspecto codiciado en el macho alfa. Pues los hombres ideales eran dioses, héroes, atletas, etc., y todos ellos eran representados con genitales minúsculos y nunca erectos, mientras que las vergas gruesas, a menudo excitadas, peludas y descomunales correspondían a los sátiros o a todo tipo de hombres que de las más altas virtudes descendían a los más oscuros vicios, a la decadencia y al caos. En definitiva, el pene grande, para los antiguos griegos, describía al hombre vulgar, salvaje y bárbaro. Tantas veces nos hemos intrigado por lo excesivamente pequeños que a veces aparecen los penes de las estatuas clásicas, pero claro, lo bello, era otra cosa. La galería de hoy no olvida aquellos principios apolíneos. Veamos:
No hay duda que hay un factor de homoerotismo en el rugby. Ya por su origen en el colegio inglés de Rugby (colegios-universidades con tradición homo-erótica), deporte de contacto por excelencia, que se ve con las imagenes de culos de rugbiers de esta colección y la implicita admisión de los calendarios famosos "Dieux du stade".
ResponderEliminarFabrice
Es verdad, Fabrice.
ResponderEliminarPero no sólo en el Rugby, asimismo si vamos a nuestro deporte nacional por excelencia, y no hablo del Pato que aunque lo sea oficialmente no cumple con semejante categoría en la práctica, sino del fútbol: allí el momento cúlmine llega en medio de un éxtasis que paraliza a todo el país cuando un equipo logra penetrar la retaguardia de su contricante. Gol!