Contrariamente a los gustos actuales en donde el tamaño sí importa, en la antigüedad, Grecia lideró la tendencia a valorar y admirar a los penes pequeños, que ensalzaban las virtudes esenciales de la masculinidad. Por tanto el miembro pequeño era un aspecto codiciado en el macho alfa. Pues los hombres ideales eran dioses, héroes, atletas, etc., y todos ellos eran representados con genitales minúsculos y nunca erectos, mientras que las vergas gruesas, a menudo excitadas, peludas y descomunales correspondían a los sátiros o a todo tipo de hombres que de las más altas virtudes descendían a los más oscuros vicios, a la decadencia y al caos. En definitiva, el pene grande, para los antiguos griegos, describía al hombre vulgar, salvaje y bárbaro. Tantas veces nos hemos intrigado por lo excesivamente pequeños que a veces aparecen los penes de las estatuas clásicas, pero claro, lo bello, era otra cosa. La galería de hoy no olvida aquellos principios apolíneos. Veamos:
El pobre Onan tuvo mal fin porque no le dió "descendencia" a su hermano muerto. Era costumbre del hermano del fallecido sin hijos "cumplir" con la viuda, para que no perezca su nombre. Parecería que pecó por no cumplir con ese mandato, no porque se haya masturbado.
ResponderEliminarCon esa mala interpretación han jodido la vida a los adolescentes, cargandolos de culpa por "derramar su simiente" y dando mala reputación a la masturbación.
Luego viene uno a enterarse que todo el mundo lo hace y que el promedio entre los varones, cualquiera sea su estado civil, es de 3 a 4 veces por semana. Haberlo sabido antes !!!
Fabrice
¡Venga señores!¡Seamos serios y sinceros! Creo que la cantidad de individuos(as) desde que un antecesor nuestro tuvo manos, o puede que antes; desde que pudo lamerse los genitales... y no lo hizo, puede contarse con los dedos de una mano. Y menos mal, porque si no imaginaos la cantidad de violaciones de todo tipo, y/o la cantidad de gente frenética y fuera de sí por la frustración sexual habría por ahí.
ResponderEliminar¡Qué mierda de religiones y de ansia de poder sobre el otro!...y qué efectivo convertir algo normal, natural y saludable en algo vergonzoso y pecaminoso y amenazar con la ceguera, el infierno y la ira de un ser tan omnipotente y mirón permanente, como IMAGINARIO y aprovecharse así de la ignorancia y la superstición de la pobre gente. Me gustaría haber visto yo por un agujerito a todos esos "rectos hombres": hipócritas (casi todos) y/o fanáticos desequilibrados.
Una cosa más: En mi opinión calificar la masturbación como una actividad sexual "de segunda clase" es un error. No sé vosotros, pero por mi experiencia, yo he tenido muchas pajas más satisfactorias y plenas que la mayoría de mis polvos. Si me preguntaran cuan fue mi mejor orgasmo si haciéndole el amor a otra persona o a mi imaginación tendía que pensarlo. Mucho.
¡Éa!¡He dicho!
No sé lo que sucede con las nuevas generaciones, pero no conozco gente de mi edad (y menos también) que no haya vivido el maravilloso -y natural- mundo de la masturbación como una cosa vergonzante y culpógena. La masturbación era vista en el seno familiar como una enfermedad de seres malsanos y degenerados. Nuestros mayores que, salvo alguna rara excepción, carecían de la información más básica al respecto cuando no guiados por severos patrones religiosos, eran como una suerte de investigadores domésticos que seguían nuestros hábitos íntimos para descubrir nuestras actividades onanistas. Por supuesto que tenían éxito y la cuestión tenía un significado casi trágico. Pienso que también sufrían. Realmente pensaban que podíamos desviarnos del buen camino. Había -más allá de lo masturbatorio- un tabú muy fuerte con ver todo lo sexual como algo que podía echar a perder a una persona. Eso sí, los mismos detractores de estas conductas lógicas en todo jovencito, eran los que apadrinaban el debut sexual de sus hijos, ahijados y sobrinos, en el prostíbulo de rigor. Eso estaba bien visto, no sólo por los machos de la familia, sino por el sector femenino que en "esas cosas" no consideraba apropiado tener injerencia alguna, claro.
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