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Cuando miro a un hombre -ese entrenamiento del placer más delicado- entre las partes más codiciadas por mi atención está, sin lugar a dudas, su pecho. El pecho velludo de un hombre me produce deleites que difícilmente podría describir. Con los años, fui descubriendo que los dos puntos vitales emplazados simétricamente en la cima de cada uno de los pectorales me fueron interesando progresivamente ¡sí!, hasta la adicción. No sé bien a partir de qué momento fui descubriendo el sorprendente placer que me daban mis propios pezones y, por ende, producirlo también en mi amante, en mis relaciones sexuales. Hoy no podría prescindir de ese goce.
Hace poco leí acerca de la estimulación de los pezones y su importancia como medio para alcanzar el orgasmo. El artículo estaba referido a los pechos femeninos, y hablaba precisamente de lo poco que se tiene en cuenta la zona -en el sentido más profundo de ello- por las parejas heterosexuales, fuera del escarceo más común. Me pregunto asimismo, cuán importante es, efectivamente, el protagonismo de esos dos puntos erógenos tan sensibles en nuestros encuentros íntimos. Para mí, un cultor casi obsesivo de las tetillas masculinas, en los pezones se inicia todo, y puede también que "acabe" todo. Me sorprende que pueda haber una cantidad considerable de amantes que desperdicien esa posibilidad de goce extremo. Si hasta podría decirse que el orgasmo -por qué no- parecería radicarse allí, en esas puntas erectas como falos, como cimas de antenas que todo lo perciben y todo lo transmiten, y no parece ilógico que, finalmente, esperemos eyacular nuestro semen desde nuestro mismísimo pecho a juzgar por el intenso clímax que puede ser capaz de alcanzar nuestro placer.
Pensé en todo esto al armar este verdadero megapost con imágenes y animaciones sobre pezones de hombres. Vaya como uno de mis regalos -suelo ponerme muy generoso a fin de año- para compartir entre todos.













































































































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