Un viaje a través de los perineos

Es imposible extraviarse. Para llegar es menester liberar ese íntimo deseo de explorar lugares profundos y ocultos. El punto de partida es el centro de los testículos. Allí, apartando los delicados vellos, se puede distinguir (con cualquiera de los cinco sentidos que se prefiera) el rafe escrotal, un surco prominente que divide en dos mitades la suave textura. Es la línea o cresta de piel que se extiende desde esa zona hasta el bode del ano. Si recorremos toda su longitud estaremos atravesando el perineo. Es inevitable: una vez que se ha transitado este sendero, volveremos a pasar una y otra vez por él, incansables, maravillados y cada vez más motivados a repetir infinitamente el trayecto. Buen viaje.

































































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