Cuán fascinante resulta contemplar el sexo viril descansando plácidamente sobre sus mullidos y peludos cojines (¿o debo decir "cojones"?). Todo ahí resume ternura, paz, y habla de la inquietante belleza de la calma cuando ésta es preludio latente del más mínimo cambio de actividad. Asistimos expectantes al excitante espectáculo, y así, podríamos quedarnos horas en ese recóndito acto de observación. Como cuando se contempla el sueño del hombre amado, mirar -o también hacer algo más que mirar- una verga en estado de reposo, es una de las vivencias más encantadoras que pueda haber en el mundo de la sensualidad masculina compartida. --------------------------------- Nota del autor: Cuando vuelvas mañana, ya no las verás tan dormidas.
Esos culitos al aire, en contraste con la virilidad de frente que aún en reposo tiene un aire casi combativo, parecen tan vulnerables, tiernos, que impulsan a acariciarlos.
ReplyDeleteFabrice
¡Ohhh!, 54 sorpresas. Personalmente sí prefiero los vellohomos con los "pantalones bién puestos", porque precisamente me brindan la oportunidad de quitárselos. Jajaja. Algo que se sugiere, porque no es explicito, siempre desemboca en una gran curiosidad. Aquí me encontré 3 regalos a medio desenvolver: el # 7, el # 22 y el # 41. Descubrir lo que hay debajo de sus camisas, imaginar sus manos y sus pies, pensar y repensar sobre lo que ocultan discretamente detrás de sus piernas, es simplemente provocador y placentero.
ReplyDeleteGracias Franco. Saludos.