Cuán fascinante resulta contemplar el sexo viril descansando plácidamente sobre sus mullidos y peludos cojines (¿o debo decir "cojones"?). Todo ahí resume ternura, paz, y habla de la inquietante belleza de la calma cuando ésta es preludio latente del más mínimo cambio de actividad. Asistimos expectantes al excitante espectáculo, y así, podríamos quedarnos horas en ese recóndito acto de observación. Como cuando se contempla el sueño del hombre amado, mirar -o también hacer algo más que mirar- una verga en estado de reposo, es una de las vivencias más encantadoras que pueda haber en el mundo de la sensualidad masculina compartida. --------------------------------- Nota del autor: Cuando vuelvas mañana, ya no las verás tan dormidas.
Está la palmadita que del hombro y espalda bajó a las nalgas y se ha vuelto "aceptable", mientras los demás toqueteos si uno no está seguro de la recepción del otro han de ser como lo recomiendan en "El Padrino" : "que parezca un accidente"
ReplyDeleteFabrice
Mmmmm... sí, estos accidentes que no matan a nadie, son absolutamente deliciosos.
ReplyDeleteQue parezca un accidente. O no.