Cuán fascinante resulta contemplar el sexo viril descansando plácidamente sobre sus mullidos y peludos cojines (¿o debo decir "cojones"?). Todo ahí resume ternura, paz, y habla de la inquietante belleza de la calma cuando ésta es preludio latente del más mínimo cambio de actividad. Asistimos expectantes al excitante espectáculo, y así, podríamos quedarnos horas en ese recóndito acto de observación. Como cuando se contempla el sueño del hombre amado, mirar -o también hacer algo más que mirar- una verga en estado de reposo, es una de las vivencias más encantadoras que pueda haber en el mundo de la sensualidad masculina compartida. --------------------------------- Nota del autor: Cuando vuelvas mañana, ya no las verás tan dormidas.
Salut Franco, j'adore quand les naïades et les sirènes sont masculines, merci pour ce régal des yeux, bonne journée, gros bisous très très coquins, Philippe
ReplyDeleteEl agua acaricia, masajea, limpia, purifica y "bonus" adicional realza los vellos.
ReplyDeleteNo hay más que ver los cuerpos de los grandes nadadores para comprobar la elegancia que les aportó el agua para el modelado de sus cuerpos apolineos.
Fabrice
Philippe!
ReplyDeleteMoi aussi! Il est naturel que nous vénérions les naïades et les sirènes quand ils sont des hommes. Surtout quand ils sont poilus!
Fabrice,
Es verdad. Pero es una pena que en general los grandes nadadores, con esos cuerpotes soñados, se rasuren sus vellos para ejercer su deporte... lo hermoso que sería verlos con esos speedos mínimos que apenas puedan contener sus pelos púbicos... AH!