El cuentito de fin de mes
-- Manos -- Mi cuñado es kinesiólogo. Hacía un tiempo ya que le había pedido una sesión de masajes porque estaba sintiendo mucha tensión en la espalda, pero inexplicablemente, él dilataba el encuentro, posponiendo la cita una y otra vez. Incluso, me llegó a decir que no tenía tiempo y me derivó con un colega suyo, cosa que no acepté, naturalmente, pues sabía, a través de varias personas y entre ellas, obviamente, mi propia hermana, que Ramiro poseía una técnica asombrosa para las contracturas acumuladas por del trabajo, el cansancio, el estrés cotidiano, y todas estas dolencias tan comunes a los cuarenta. Es curioso, siempre bromeábamos entre nosotros con que yo era un cuñado pesado y el colmo de lo terco, pues bien, me dije, echemos mano de mi fama de hombre porfiado. En vez de llamar a su asistente, marqué su número personal. -Hola, Ramiro, habla tu cuñado. El pesado. -¿Cómo estás? -Ramiro, no entiendo por qué no me das bola. -¿Cómo decís? -Sí, hace meses qu...