El Palacio Aráoz X
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Capítulo X / Epílogo – Hombres muy calientes. R epentinamente, y sin haberlo querido, me había transformado de la noche a la mañana en alguien muy respetado en toda la casa. Al principio no entendía por qué, pero al fin y al cabo había contribuido al cambio que mejoró inesperadamente la calidad de trabajo de todo el personal. Todos se acercaban a saludarme, pero yo sabía que el verdadero héroe era Reinaldo, por el que empecé a sentir un afecto lleno de gratitud. Finalmente Gutiérrez había sido puesto de patitas en la calle y Reinaldo era el nuevo mayordomo. Todos respiraban una calma esperada por años y una nueva alegría invadió a los que trabajaban en el Palacio Aráoz. Había llegado la mañana del sábado y al día siguiente tendríamos franco. Me dirigía a mis tareas cuando Reinaldo, ya con su elegante atuendo de mayordomo, me llamó desde la escalera principal al entrar a la biblioteca. -Buen día, Fermín. -Buen día, Reinaldo... ¿o debo decirte Señor Heller? -N