El ejercicio de la fantasía

Después de una larga estadía en la costa, el agobiante calor de Buenos Aires me gana otra vez. Vuelvo a sus calles calientes, duras y sin verde.
Con el correr de los años he dejado de ser un amante incondicional del mar, o por lo menos, dejé de ser adicto a él. Sin embargo, sigo disfrutando de la playa, de dejarme llevar por el monótono y cíclico sonido de las olas, me gusta subyugarme con tanta inmensidad y revitalizarme con esas caminatas ilógicas pero placenteras de norte a sur siguiendo el contorno de la espuma que baña mis pies descalzos.
El deporte natural de esos encuentros marítimos es el deleitar mi vista con el interminable desfile de hombres semidesnudos que van y vienen. Hombres nadando, jugando al fútbol, hombres de familia, amigos, padres e hijos, viejos o jóvenes, todos, exhibiendo al sol su piel velluda, cubiertos sólo en un pequeño porcentaje. Mis ojos no dan abasto a tantos encantos y sigo, como de costumbre, respondiendo a mis hábitos de gourmandise de machos, discriminándolos -confieso- por su cualidad más atrapante: sus vellos.
Pero debo decir que al volver a la ciudad, ese hábito que aventura miradas y observaciones constantes hacia destinos muy bellos, encuentra en los hombres ahora completamente vestidos, una eterna atracción. Cansado de ver (es una manera de decir) pechos, brazos, axilas, piernas, bultos, culos... y hasta algún que otro testículo asomado por esas largas y variopintas playas argentinas, el hombre citadino, arropado en cambio con sus distintos atuendos según la ocasión (ejecutivos, obreros, paseantes, turistas, comerciantes, oficinistas, lo que sea), cobra un fuerte atractivo y erotismo, diría, muy interesante. Después de todo, no hay nada más atrapante que aquello que no se ve y que en su insinuación promueve grandes y maravillosas fantasías. Tal vez sea más difícil imaginar lo que hay debajo de unos pantalones, traje y corbata, que lo poco que oculta un mínimo traje de baño, pero, eso sí, en esa tarea lo arduo resulta fascinante.














































Comentarios

  1. Camisas abiertas y pechos VIRILESISIMOS. Mas machos de asi no pueden ser.

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