El cuentito de fin de mes
- El vecino - A través del cerco, se lo veía perfectamente desde el jardín. El hombre estaba recostado y los brillantes rayos solares bañaban todo su cuerpo, apenas cubierto por ese short pequeño y holgado. Marcos se asomó un poco más, cuidando de no ser visto por su vecino. Hacía dos años que se había fijado en él por primera vez: venía cada verano y ni bien llegaba se quitaba toda la ropa que podía. Le gustaba andar en cueros, siempre con ese short de correr, cavado desde la entrepierna hasta casi llegar a la cintura, que evidenciaba que ese cuerpo trabajado, armonioso y tonificado era su orgullo y no tenía ningún problema en mostrarlo. Marcos aún sostenía en sus manos las tijeras de podar. Se ocultó tras un arbusto, apenas visible para su vecino, que al otro lado de la cerca seguía asoleándose en el patio trasero de su casa. Para Marcos, ese era el habitual atractivo que matizaba su estadía en su casa de verano. Esos sofocantes toques de erotismo masculino eran p...