Cuentito de fin de mes
DESEOS PROHIBIDOS
Southampton, Enero de
1857 (de un Diario Personal de Viaje)
Estamos a bordo del magnífico vapor El Tamar que nos conduce a Río de Janeiro. El Tamar se encuentra desde ayer en la rada
exterior y hemos venido hasta él en un pequeño vaporcito. El día está triste y
lluvioso. A las tres nos ponemos en marcha, pero dos horas más tarde la niebla
nos obliga a detenernos. Ya entrada la mañana la bruma se disipa y estamos otra
vez en camino. Pero el mar se muestra muy agitado y el oleaje aumenta de hora
en hora hasta que se desencadena un terrible huracán. Durante dos noches
andamos de un lado a otro entre un oleaje furioso de violencia inaudita. La
tripulación se mantiene continuamente ocupada en la maniobra.
El capitán y su segundo no abandonan ni por un momento el
puente de mando. Tan terrible es el viento que los marineros inmersos en las
maniobras se hallan sujetos por cuerdas y cadenas para no ser barridos por las
olas.
Un marinero baja para asegurar las escotillas y lo interrogo,
lleno de inquietud, sobre la verdadera situación en que nos encontramos. Only wind by the side..., me
responde flemáticamente. Veo las amenazantes montañas líquidas a través de la
portilla y la desazón invade cada fibra de mi humanidad.
Una ola llega y nos levanta, con dos o tres golpes
consecutivos, a una considerable altura para arrojarnos hacia el fondo de un
precipicio. El agua se desploma sobre el puente, encima de nosotros, con un
ruido sordo y siniestro que nunca olvidaré. En medio de los ruidos crujientes
de las paredes del buque, ordeno que mantengan a las niñas vestidas de día y de
noche y listas para no perder un instante cuando las circunstancias lo exijan.
Lina, mi esposa, y la mucama se muestran muy animosas y están todo el tiempo
con buena disposición.
Mi camarote está contiguo al del Capitán y también al de otro
pasajero que viaja solo, el Señor Ashton, un hombre de unos 35 años del que
sabemos poco y nada, tan callado es. La tempestad comenzó el viernes por la
noche y dura todavía en la noche del lunes al martes. Se han descompuesto las
máquinas del barco, está roto el timón, y se ha abierto una vía de agua, por lo
que las bombas funcionan todo el tiempo. El Capitán hace preparar las lanchas
de salvataje. Pero, según dicen las gentes de oficio, no podríamos tampoco
desembarcar y aprovechar ese último medio de supervivencia. Un contramaestre
muy resuelto, arriesga la vida por nosotros: desciende sujeto a una cuerda
deslizándose a un costado del buque para reajustar el timón lo mejor posible
con unas cadenas. Después despliegan las velas y tratan de seguir una derrota.
Subo a una de las cubiertas para ponerme a disposición del
Capitán para lo que fuera necesario. Y allí, en un rincón del pasillo, calado
hasta los huesos, temblando más de miedo que de frío, me encuentro cara a cara
con el Señor Ashton que me mira horrorizado.
-¡Vamos a morir!- grita.
Lo miro alarmado, tal es lo desencajado de su expresión. El
capitán, que ha advertido la escena mientras ayuda a socorrer al contramaestre
de las aguas, me grita:
-¡Señor Beck, encárguese de este hombre y llévelo a su
camarote
-¡Venga conmigo, Señor Ashton! – grito tomándolo de los
hombros. El hombre está paralizado por el pánico y a duras penas logro
conducirlo al camarote. Me encuentro con mi esposa que me mira con ojos interrogantes.
Le digo rápidamente que cuide a las niñas y le informo que tengo que encargarme
de ese pasajero. Al ver su rostro angustiado le digo para su tranquilidad que
han conseguido asegurar el timón, y que espere junto a las niñas en el
camarote. Ella, con una leve sonrisa, me mira y asiente cerrando la portezuela
tras de sí.
Sosteniendo cada vez más fuertemente al Señor Ashton,
entramos a su camarote hecho un completo caos. Supuse que habría estado tan
atemorizado que el recinto había sido como una jaula para él. Cierro la puerta
tras nosotros y miro nuevamente al hombre para cotejar su estado y ver si está
herido. Pero no hay de qué preocuparse, solo tiene una crisis de nervios.
-¡Vamos a morir, vamos a morir! – repite fuera de sí.
-¡Cálmese, Señor Ashton! ¡No vamos a morir, pronto
atravesaremos con éxito esta tempestad, ya verá usted! ¡El capitán me ha
informado que despliegan las velas aprovechando que el temporal ha menguado un
poco!
Pero el hombre sigue sin reaccionar, ausente. Está
completamente mojado y tiembla en mis manos. Voy por unas toallas y empiezo a secar su cabeza. Esto
parece calmarlo y, por primera vez, de su rostro desaparece esa mirada pávida.
Sus grises ojos son bellos y rodeados de largas pestañas. Su boca, enmarcada en
unos bigotes generosos, trepida aún de frío y de conmoción. Sus ropas chorrean,
por lo que decido que es mejor quitárselas.
Comienzo a desnudarlo. Él parece más calmo y no deja de
mirarme sumisamente. Si bien no tengo muchos años más que él, en ese momento me
parece estar tratando con un niño. Afuera ruge la tormenta. Los ruidos y
vaivenes del mar que azotan la embarcación nos hacen tambalear. Pero él parece
más tranquilo y es evidente que mi presencia contribuye a ello.
Aflojo su corbata, le quito la chaqueta y también la camisa.
Su torso fuerte y escasamente velludo absorbe el resplandor de las lámparas.
Brillan a la luz los finos y claros pelos que acarician su piel blanca.
Enseguida su pecho atrapa mi atención. Me asombro de mí mismo por tener esta
actitud. Me sonrojo un poco, pero creo que el Señor Ashton no ha advertido
nada. Definitivamente hay algo en su esbeltez, en la forma generosa y redonda de sus
rosados pezones, que hace que mis pensamientos se desvíen a lugares
insospechados por mí.
Pero es una noche extraña y todos los hechos que suceden en
ella también lo son.
Desciendo mi mirada y desabotono las aberturas de su
pantalón. El hombre contribuye con sus movimientos a facilitarme la tarea. Me
pongo de cuclillas para quitarle las botas y despojarlo por completo de los
pantalones aún enredados en sus tobillos. Mi cara queda a la altura de su
pelvis, apenas cubierta por un calzón blanco y también empapado.
Entonces capto las formas que se traslucen a través de la
blanca tela. Un bulto considerable y voluminoso me atrapa irresistiblemente. La
humedad de la textura, denota unos genitales generosos. El Señor Ashton lleva
sus manos a la prenda y lentamente empieza a despojarse de ella. Yo trago
en seco, sin poder dejar de mirar lo que aparece a escasos centímetros de mis
pupilas. Una suave mata de pelos claros y cerrados tapizan el pubis que va
asomando lentamente. En unos segundos, el calzón queda en el piso, y frente a
mí, el pene del Señor Ashton se bambolea como las olas del mar. Advierto que
está circuncidado y el mismo color de los pezones, un rosa suave y pálido,
recubre toda la superficie del perfecto glande. Una vez liberado, el miembro
comienza a latir, y ya se levanta separándose de los testículos, grandes y
arrugados.
Me quedo con la boca abierta. Estoy excitado, y también estoy
asustado por sentirme así. Todos los valores que poseo gracias a mi severa
educación en los establecimientos educacionales más prestigiosos,
quedan jaqueados en ese mismo momento. Siento la tensión en el aire, y otra
tormenta se desata, la de mi interior. Estoy inflamado en deseos. Y a duras
penas puedo creer que yo, Charles Beck, después de una vida virtuosa y llena de
logros personales, en medio de este viaje a Sudamérica lleno de objetivos
impulsados por mi fervor de colono agrícola, tenga esa clase de deseos. Son
deseos prohibidos.
Sólo alcanzo a ponerme de pié y evitar la mirada del Señor
Ashton. Éste me toma de los hombros, y ahora soy yo el que tiembla.
-Gracias – me dice en voz baja.
-¿Por qué?
-Por haberme acompañado. Ya estoy más calmo. No sé que me
pasó. Pero supongo que después de tantos días de incertidumbre, perdí el
control. Le pido disculpas.
-No se preocupe, Ashton, todos estamos muy mal esta noche. Y
todas estas noches. Pero si ya está usted mejor y me lo permite, me retiro.
-¡No!, ¡por favor, no se vaya! No de deje solo, no aún.
-De acuerdo, me quedaré un rato más – le digo, poniendo la
toalla sobre sus hombros.
-Pero, está usted temblando... – me expresa con tono de
preocupación.
-No es nada...
-¡Se está helando! Será mejor que se quite esa ropa, usted
también está empapado.
Un nuevo movimiento del mar hace que mi reflejo sea el de
agarrarme del barral de la litera. Ashton se abalanza contra mí, empujado por
la sacudida. Ahora el barco recobra algo de estabilidad, me mira y yo no aparto
esta vez los ojos de los suyos.
Entonces tira de mi corbata de lazo y la afloja quitándomela.
Intenta secar mi cara con la toalla que lleva alrededor de su cuello. Yo finjo
no darme cuenta de su descarada desnudez, pero estoy extasiado y temeroso a la
vez, es decir, varias emociones se agolpan dentro de mí. Me quito la chaqueta
que chorreaba agua y él comienza a ayudarme con los botones de mi chaleco.
Nuestros movimientos se apresuran a coordinarse entre sí, con su ayuda me
desprendo e la camisa y pronto quedo desnudo de la cintura para arriba.
-Quítese toda la ropa, no querrá pescarse un resfriado, Señor
Beck.
Obedezco. Me quito el calzado y lo que me falta para quedar
desnudo. Tomo una toalla y empiezo a frotarla contra mi cuerpo. Ashton me mira
muy fijamente y no pierde detalle de mis movimientos. Yo miro cada tanto hacia
su entrepierna, y ahora me doy cuenta de que su pene ha crecido bastante. Ha
perdido movilidad aunque no está del todo erecto. Esas vertiginosas visiones me
afectan a tal punto, que yo mismo empiezo a experimentar una erección. Oculto
mi sexo con la toalla, pero ese contacto parece empeorar las cosas. Es cuando
Ashton toma mi toalla y ordena que me siente en la litera.
Me siento, aliviado porque de esa manera se notará menos la
rigidez de mi pene. Él queda frente a mí, de pie, y otra vez tengo frente a mi
cara la descomunal columna de carne que se agita despaciosamente en el aire.
Con la toalla me frota la cabeza para secarme el cabello. Me abandono a esa
sensación tan placentera a tiempo que puedo ver, sin ser visto, cada detalle
de sus genitales.
Obviamente ya había visto hombres sin ropas alguna vez en mi
vida, pero nunca un miembro en erección, por lo que ello me parece totalmente
extraño, nuevo y asombroso. Ahora esa erección está en su máximo punto. Parece
el palo mayor de El Tamar.
No ha cobrado anchura, pero sí mucha longitud. Por debajo cuelgan dos pelotas
flácidas y velludas. Los rizos de su vello brillante, las venas que recorren
todo el mástil, la humedad que recubre ese hinchado glande... todo eso, es una
fascinación nueva para mí.
Una enésima ola se estrella contra las paredes del buque, y
yo me pongo de pié, alarmado. Mi erección queda en evidencia total. Ashton
reacciona instintivamente y me abraza como un reflejo a la sacudida del barco.
Nuestros cuerpos desnudos chocan y sus brazos me rodean por la espalda. Me
siento totalmente embarazado, pero paradójicamente, es delicioso sentir sobre
mí una piel tan suave.
-Señor Ashton, por el amor de Dios, un poco de compostura –
balbuceo con una agitación evidente.
-No, amigo, esta noche, no se puede tener compostura...
Lo miro azorado, totalmente sorprendido por una respuesta de
esa naturaleza.
-¿De qué habla?, por favor, apártese, Ashton...
Pero, hablándome más pausadamente, y como si se tratara de
una confesión solo hecha a alguien muy cercano, continúa:
-Cierre los ojos, Señor Beck. En esta noche, a merced de los
elementos, sin saber lo que pasará con nuestras vidas, será mejor que cada uno
se deje llevar por lo que realmente siente – y diciendo eso, toma mi cabeza y
acerca sus labios a mi boca.
-¡No, Ashton, por lo que más quiera! – le grito,
retrocediendo.
-No me niegue en este momento lo que quise hacer toda la
vida, Señor Beck...
-Pero ¿Cómo se atreve, Ashton? ¡Usted está loco!
-¡Sea!, ambos lo estamos, entonces. Sé que usted alguna vez
también quiso experimentar esto que todo el mundo prohibe... ¿O me lo va a
negar?
-No siga... – decía yo presa de una resistencia ilógica, ya
que mi miembro me dolía a causa de la erección.
-¿Que no siga? Si nos detenemos, tal vez nunca sepamos lo que
se siente, Beck... y hoy puede ser la última vez que tengamos esa oportunidad –
me decía sin soltarme.
-Deténgase, se lo suplico. ¡Entre en razón, Ashton! Prometo
que en otra ocasión....
-Puede que no haya otra ocasión, Señor Beck ¿no lo entiende?
Me quedo estupefacto. Mi mente se niega a aceptar que él
tiene razón. Pero en mis adentros constato que la tiene de una manera
contundente. Para no caer me sostengo de la litera, espantado y resistiéndome
aún a ese torbellino de sensaciones. Callo y me limito a mirar a Ashton.
Entonces él se acerca más y más.... y nuestras bocas se unen. Mi tupida barba
se funde son su bigote, causando una loca estimulación para mi deseo que ya no
logra retroceder. El beso de otro hombre. ¡Una verdadera aberración!, pienso
alarmado. Pero ya no me resisto.
Las manos de Ashton sueltan la toalla para refugiarse
directamente entre el espeso vello de mi pecho. Le llama la atención que yo sea tan peludo, me devora con su vista y me toca una y otra vez por toda la
región, peinando, revolviendo y entrelazando mi pelambrera pectoral. Mis
pensamientos revolucionan mi interior. Estoy besando a un hombre ¡y lo disfruto!
A pocos metros – pienso – se encuentran mi esposa y mis hijas. Mi mente rastrea
toda mi vida y es como si todo se moviera también a merced de la tormenta.
Siento un impulso ineludible de llegar con mi boca hasta su
pecho. Tomo con mis manos uno de sus pectorales. Es una carne turgente,
abundante y de piel rosásea. Los jóvenes y tersos pezones se endurecen ante mi
tacto, y, torpemente, devoro con mi boca todo el contorno. Ashton se estremece
cuando siente mi nerviosa lengua sobre esa zona tan sensible. Me toma del
cabello y me atrae a su pecho con una fuerza arrolladora. Mi pene roza su muslo
y a la vez siento el suyo entre las vellosidades de mi pecho. Él aprovecha ese
contacto y comienza una arremetida de movimientos pélvicos para sobarse contra
mí.
Mi boca pasa al otro pezón. Chupo hasta el hartazgo esa estructura
tan suave. Me aparto, la miro, miro la cara llena de deseo de mi amigo, y sigo
succionando sin parar. A su vez, Ashton toma entre sus manos mis propias
tetillas. Las rescata de entre los largos pelos que las rodean y consigue que
me arquee de placer ante ese novísimo contacto. Es su turno. Se inclina sobre
mí, y las atrapa con su boca. Una a una las lame como si se tratara de una
golosina maravillosa.
Todo es pasión, desenfreno y agitación. Ambos sabemos que
todo eso está activado por la sensación inaudita de encontrarnos ante a una
situación límite. De extremo peligro. Porque no sabemos lo que nos ocurrirá en
las próximas horas. Mi rostro de alguna manera trasluce eso, y Ashton, en
sensible respuesta a mi expresión me dice con un tono que nunca olvidaré:
-¡No tiene nada que temer, amigo mío! ¡Nadie, ninguna persona
en el mundo, se enterará de esto, Señor Beck!
Había rescatado a Ashton del pánico, y ahora era él el que me
rescataba a mí. Con un impulso casi animal, tomo su rostro con ambas manos, y
lo beso febrilmente. El ardor me desborda cuando siento nuestros sexos tocarse
intensamente entre sí. Con mis labios, voy descendiendo por su cuello, me
detengo un poco allí, saboreando por primera vez la dura piel de una barba
rasurada, y sigo hasta el comienzo del suave vello que cubre parte de su pecho.
Su aroma es embriagador, y acciona como combustible para seguir con mi marcha
hacia zonas más bajas. Estoy en su ombligo. Meto la lengua y todo lo hago sin
pensar ya. Los pelos que hay allí me la acarician, y mis labios corroboran la
subida temperatura de toda esa zona. Desciendo más. Siento la suave selva
púbica en mi rostro. Ya la dureza de su masculinidad me roza el cuello.
Entonces me aparto un poco, extiendo mi mano, temblorosa, dudando todavía si
debo seguir atravesando las constantes prohibiciones de mi conciencia; pero la
mano vence a la razón, y se apodera de esa verga grande y dura.
Ashton gime de placer, sosteniéndome la cabeza con las manos.
Instintivamente la atrae hacia su pelvis. También yo sigo mi instinto. Oigo el
rumor del viento sobre el mar que me impulsa, recordándome lo límite de la
situación, a abrir mi boca. El pene largo, rígido y enorme de mi amigo,
desaparece en mi boca. Una arcada me obliga a retroceder, pero mi hambre es
insaciable y trago nuevamente ese bocado tan deseado. Mi boca se acostumbra
finalmente a tener algo tan grande en su interior, mientras las glándulas
salivales trabajan sin descanso. Mi nariz choca con la mata de vellos que
rodean toda la entrepierna de Ashton. Huelen a sudor. También sus muslos son
bien peludos, con vellos suaves, más oscuros y más enloquecedores.
El barco se inclina levemente y yo me dejo caer en la litera.
Ingeniosamente, Ashton se gira de tal manera que, sin dejar de introducir su
miembro en mi boca, consigue atrapar el mío con la suya. Mis sentidos,
entonces, quedan sumergidos en otro mar, el de los deleites. No puedo decir
cuánto tiempo estamos así, entregados uno al otro, pero es una eternidad.
Varias veces sentimos que estamos a punto de derramar todo nuestro semen en
sendas bocas, entonces nos calmamos un poco y al rato proseguimos con lo que
interrumpimos.
Ashton cambia de posición y queda de rodillas en la cama. De
espaldas a mí, afirmándose en una de las columnas de la estrecha litera, me dice:
-Soy suyo, Señor Beck. Por favor, hágame suyo... ahora....
Me entrega la visión de su perfecto, redondo y blanquísimo
trasero. Con sus manos abre sus nalgas y puedo ver, maravillado, como el rojo
hueco, rodeado tenuemente de pelos, se dilata y palpita rítmicamente. Sin
pensarlo dos veces, mi boca va en busca de ese nuevo manjar. Tomo los glúteos
en mis manos. Apenas caben en ellas. Aparto las dos colinas de su trasero hacia
ambos lados, y hundo mi lengua en lo más profundo de su anatomía.
-¡Ah, Beck!, ¡No se detenga! ¡Siga, siga, por favor... hasta
el fin del mundo!
Y yo estaba inmerso en esa recóndita cavidad, lamiendo y
mamando sin saciarme nunca. Estiro una mano para masturbarlo frenéticamente.
Con la mano que me queda libre empiezo a masturbarme también, como si preparara
un cañón para la guerra. Cuando las súplicas del Señor Ashton llegan casi hasta
las lágrimas me incorporo y acomodo la punta de mi vara en el fondo de esa
hendidura tan íntima.
Por un momento nos calmamos. Algo parecido pasa también en el
exterior, pues la tormenta da señales de amainar. Mi glande, posado dulcemente
en su caliente esfínter, hace una leve pero firme presión. Gracias a la
lubricación de mi propia saliva, mi miembro va resbalando hacia la vibrante
cavidad. El placer es indescriptible. Toda mi piel se eriza y experimento algo
nunca vivido antes en toda mi vida. Por fin, Ashton, después de cuidadosos
movimientos, presiona definitivamente su trasero sobre mi pelvis y mi verga
concluye por enfilarse completamente a punto de acariciar su nalgas con mi
vello pubiano.
En medio de un océano de sensaciones, todas nuevas para mí,
nuestros movimientos se aceleran, mientras que alcanzo a advertir que por la
escotilla se filtra el resplandor de un raro amanecer. Estamos cercanos al
orgasmo, el puerto deseado después de nuestra íntima e interna tormenta
compartida. Ya no lo podemos contener. Lo sabemos. Entonces, Ashton se detiene,
mi miembro abandona su cálido y abierto orificio, él se gira y quedamos frente
a frente para volver a besarnos. Mi mano se apodera de su miembro palpitante y
la suya también se aferra al mío. El mutuo bombeo empieza enseguida, mientras
nuestras excitadas lenguas se cruzan en una apasionante batalla. El ardor nos
posee, y el ritmo de las manos aumenta incontrolablemente.
Y finalmente, nuestros duros penes explotan y vierten densos
chorros de semen que se derraman entre los dedos, los testículos y embadurnan
nuestras velludas regiones. Uno, dos, tres, y hasta cuatro trallazos que logran
alcanzar alturas increíbles, en medio de jadeos y gemidos que afortunadamente
son apagados por el siseo del viento.
Caemos agitados aún y abrazados sobre la pequeña cama.
Nuestros penes, empapados de nuestro licor más íntimo, van aplacándose y
recobran su tamaño de reposo. Ambos, sin poder separarnos todavía, seguimos
sondeando nuestros cuerpos con caricias y tenues besos.
Pronto llegamos a un nuevo día. Ashton se duerme, agotado, y advierto con alegre emoción que el buque se ha estabilizado
notablemente. Dejo a mi amigo en su camarote y al salir, un marinero me informa
que el viento de popa nos es favorable y que estamos seguramente a unas ochenta
leguas de Vigo, puerto español de Galicia, próximo a la frontera con Portugal.
Navegamos muy despacio, es verdad, pero Dios ha calmado sus elementos y no
podríamos estarle suficientemente agradecidos.
Me cruzo con el Capitán, que al verme salir del camarote del
Señor Ashton, me pregunta por su estado.
-Lo dejé durmiendo apaciblemente – contesto, algo turbado.
Él me mira, con una fijeza que es toda una exploración,
asiente significativamente con su cabeza, y me dice seriamente:
-La tormenta ha cesado. Ahora vaya y reúnase con su familia,
Señor Beck. Vuelva con su señora esposa y, por favor, dele mis respetos.
Y sin más, lo veo apresurar el paso hacia el puente de mando.
Franco
Relato escrito en Julio de 2006
Excelente relato Franco, sos un maestro creando climas, se nota la influencia de la musica en tu vida, ese constante in crescendo,esas pausas, que señalan dudas....sos magistral, de corazón te digo que me encantaria que publiques tus relatos y tambien que vuelvas a subir los que antes estaban en la red.Gracias por compartir este hermoso relato, te imaginé por momentos como Mr Beck...y da para contnuacion eh!! que habra pasado llegaron a Vigo o se vinieron para sudamerica?? MMM Quiero sabeeer !!!
ResponderEliminarUN Beso grande y de premio ...rulitos en el pecho!!!.
FRANCO:
ResponderEliminarTrasmites magistralmente las espantosas tormentas externa e interna que azotan a Mr. F. Beck.
Pero cúan determinantes para que afloren y se reconozcan sentimientos sepultados en lo más profundo del subconciente?
Fascinante también Mr. H Ashton, que de aterrorizado por la tormenta, toma el timón en el momento en que Mr. F. Beck trata de huir!!!
¿2006? ¿Cúanto hay de autobiografía?
Bellísimo ¿cuento? Franco, ¿lo habías publicado ya? ¿Hay más de ellos?
Creo que hoy todos los VHmanos estaremos recordando tormentas similares....
Un abrazo a todos!!!
Dejo constancia que cuando empecé a escribir, NO había ningún comentario todavía!!!! y las coincidencias con el Turco me están alarmando!!!!!
ResponderEliminarTurco,
ResponderEliminarGracias por esos rulitos. Cuántos rulitos tiene este relato??? (de 1 a 5) jajajaa...
Bueno, la idea es ir subiendo los relatos que, como éste, ya había publicado. Sólo que me tomo un poco de tiempo para volver a revisarlos y corregir mis desastres sintácticos en la medida de lo posible.
La continuación???? sí... yo también la pensé... pero... transcurría mucho antes de llegar a Sudamérica (el viaje iba a ser largo), y nada menos que con el mismísimo Capitán, tan adusto y seriote, y algún que otro marinerito por ahí....
A Mr. Beck, al llegar a tierras americanas, lo agarraban los comechingones. Uich!
Seba,
Autobiografía??? pues no, esta vez no. Que no soy ningún suizo que me vine en un vapor inglés a mediados del siglo XIX. Solo fantasía... pero me hubiera gustado haber pasado una aventurilla como el Sr. Ashton... me veo perfectamente reflejado en él. (Sí, a coger que se vienen los ajustes, señores...)
A mí también me asustan esas coincidencias con el Turco!!!!
NO SERÁN TAMBIÉN USTEDES HERMANITOS??? se impone un desintríngulis en Toc-Toc.
Besos tormentosos
Hola Franco y Gente Linda:
ResponderEliminarExcelente!!! Me gustó mucho el cuento.
Escribir narrativa erótica no es fácil ya que según pienso se necesitan varias cosas.
Desde ya que este bien redactado. Pero lo más importante es crear un verosímil y esta
historia lo logra ampliamente.
Si uno revisa lo que esta a mano suele encontrarse con un sinfín de disparates que encuentran su justificación en pijas que se chupan, culos que se abren o pelos que se acarician.
Lo escrito tiene un planteo claro, dos señores salen de Inglaterra en un barco y caen en las seductoras redes del sexo, supuestamente sin proponérselo.
La situación se amplia ya que la ubicación en el tiempo no es casual, los misters vienen de la Inglaterra Victoriana, que si bien da origen a un Oscar Wilde también es la misma que lo encarcela y lo condena por puto. Claro, Wilde nace en 1854 y Beck y Ashton no hubieran sabido nada de él todavía, pero ya en esos momentos hasta el sexo heterosexual era mal visto, salvo que se imitara a su majestad que llegó a tener nueve hijos, y no tuvo más porque se le murió el dorima e ingreso a la castidad.
Me imagino entonces a los misters fieles súbditos del British Empire, los líos que tendrían en el bocho.
Franco con gran habilidad los coloca en una situación límite. Una tempestad anula los efectos letales de las prohibiciones sexuales que justifica que tan honorables señores tengan una encamada de aquellas. Digo y reitero la habilidad de Franco reside en construir un relato que responde a algo sabido pero callado hasta no hace mucho.
No hay mejor manera de enfrentar las tensiones o el peligro que el coger con un semejante en cuerpo y alma.
Sin ir más lejos lo que sucede en las cárceles, los cuarteles, y los internados siguen esta lógica. Su ejemplo mas acabado esta en la guerra donde atléticos y fornidos soldados encuentran la pacificación en ardientes besos, adorables pijas, musculosos culos y magistrales revolcadas en el frente de batalla. (La peli Jossi & Jagger del director israelí
Eithan Fox es imperdible, hay partes en Youtube).
Durante años se quiso explicar este sencillo fenómeno apelando a la abstinencia que sufrían hombres y/o mujeres en tales situaciones. Cualquiera!!
Lo cierto es que no hay nada más tranquilizador que mamar una buena poronga, poner el culo o meter la verga en el agujero del compañero de celda, de cuadra o del frente de batalla.
Al describir nuestro anfitrión tan claramente esta situación esta creando, gracias a la magia de un barco que puede hundirse, un verosímil.
Me hubiera encantado que en “Titanic” Leo Di Caprio hubiera garchado con un fornido y peludo marinero, pero todo no se puede.
Hay otras formas de llegar a este resultado por ejemplo lo autobiográfico pero es de corto alcance porque no tenemos anécdotas tan variadas y a veces los hechos frenan las calentonas fantasías. Otra legítimamente usada es el plagio de situaciones literarias clásicas que permiten un amplio despliegue de sentidas morbosidades en núcleos históricos ya probados.
Cualquiera sea el origen yo le pido a los autores, en este caso a Franco, no revelar sus fuentes ya que impiden el trabajo masturbatorio posterior a la lectura, Ay qué pajotas!!
Soñar con chorreados y anónimos culos a los que yo les presto una cara, potentes músculos pectorales a los que pueblo de hirsutos vellos, peludas piernas que ciño en mi cuello a lo Marlene Dietrich son privilegio de los lectores y el mejor homenaje para un autor.
Dejo para el final la chota, magnífica palabra que ha caído en desuso y que debemos recuperar (en este blog por suerte recuperaron verga ¡es maravillosa!)
La chota incluye para mi tamaño, tersura, energía, volumen de huevos y pelambre acariciadora. Cccchhhota, chhhota, chotaaaaa.
Después hay gente que dice que las palabras no generan sentido.
Gracias Franco por este cuento.
José II
PD: pido perdón a mis amigos españoles, la polla es la mujer del pollo, candidata a gallina
JAJAJJA No puedo dejar de reirme po2 las ultimas palabras de jose 2 jajajaBienvenidoo al CAFE!! Al fin alguien es tan o mas delirante que quien escribe( el tiempo lo dirá) me quedo tranqui , tengo sucesor!!!! y encima escribe bien el Wacho y se nota que es leido( sin acento se dice ) jajaja.
ResponderEliminarY ademas Jose que PAJERO MAS LITERARIO SOS, A VOS TE DAMOS LAS MIL Y UNA NOCHES Y TE CLAVAS DOS MIL DOCIENTAS PAJAS MIENTRAS LO LEES jajaja Eso si te vamos a dar la version no lustrada sino...no te motiva! jajaja
Jose, CHOTA, PRONGA Y VERGA SON MIS FAVORITAS, PIJA TAMBIEN , PERO LO UNICO QUE LE PEDIRIA Franco es que no escriba pene..me suena apediatra infanttil revisandome el pitilin antes de que em creciera noooo QUIERO MI VERGAA JAJAJA y POLAA PUES QUE SE HAGAN UN CALDOO CONLA POLLAA JAJAJA.
Sebas es mas parecido a mi que lo que el mismo quiere admitir: chupate esa papuchingui! jajaja
Y vos Franco nada de hacer de celestino quedate piola y cuida a tu chico...para cuando me vas a responderlos mails..hay 4 en esperaaa desde hace muuucho"!!!!
Manu el tuyo me llego amado mio , pero estaba enla bandeja de no deseado asi que ya reparare ese error involuntario.
Franco me alegro que te guste la idea del SALON DELA FAM DELOS ILUSTRES PELUDOS...HACELO COMO SEA FACTIBLE, QUE SIN DUDA SALDRA BIEN,
BESOTES EN SUS CHOTAS GENTLEMANS!!
PD COMO HABRAN SIDO LOS CALZONES DE LOS MACHOS DE ESA EPOCA??
Franco tu relato se merece CINCO RULITOS, EN ESCALA DE UNO A CINCO, EXCELENTE. QUIERO LA CONTINUACIONN DALE ESCRIBILA EN LAS VACACIONES!!!
ResponderEliminarJose 2 vi el trailer de la peli y me encanttooo!! Yosi and jagger , la macana es que quiero verla completa , alguien sabe decirme donde se la puede encontrar? y Yehuda Levi , el protagonista ...ESTA PARA RECOMERSELOOOO CRUDOO Y CON MANTECA EN EL POTOOO( CUAL DISCIPULO DE MARLON BRANDO jajja), encima actua y canta...merece un post acaa!!
Bueno me voy a comer el postree..saben que? Helado..endeenme o vayanse a tomar uno jajaja.
Besos pre-helados , que no es lo mismo que los besos del prelado jajaja.
Hola Turco:
ResponderEliminarPuedo ser tu sucesor como no,en todo caso depende de la herencia¿cuánto?.
Las Mil y Una Noches la necesito porque el ejemplar que tengo esta pegoteado y borroso ¿viste que la leche saca las manchas de tinta y destiñe las letras? Si me regalás un nuevo ejemplar prometo usar un plastico transparente.
Me alegro tener un compañero en mi campaña pro-palabras espesas.
Coincido y agrego, pene me suena a
un antiseptico.Peor es ano ¿quien puede usar esa palabra? Te imaginás "¡Qué lindo ano tenés, mi amor!" Yo moiro.Si Franco las llega a usar tendrá que pedir asilo en el Artico y en bolas.
Sugerencias de películas:
1-Eythan Fox tiene dos fantasticas la susodicha "Jossi&Jagger"de amor entre dos soldados israelís y "The Bubble"(la Burbuja) de amor entre un palestino y un israelí en esta última la música es de Ivri Lider un pianista adorable que estuvo el año pasado una noche en Buenos Aires y me costó los dos huevos y su reposición ir a escucharlo.Hay un video increible en youtube
donde canta "The man I Love"(el
hombre que amo)y es de la película.No estan en la web, pero se pueden alquilar las dos en Libearte, Corrientes 1555 (no se de donde sos pero buen..)
2-Tema calzones ingleses fines del siglo XIX, te los puedo describir pero mejor es el placer de averiguarlo por vos mismo.En la película "Wilde"de 1997,Jude Law porta calzones de fino lino ingles,su papel es el de amante de Oscar, pela un maravilloso torso y se enhebra a los taxi-boys londinenses de aquellos años.La película es buena pero no me gustó ya que altera la verdad de los hechos poniendo al amante de Oscar como un hijo de puta,siendo que fue el único que se perocupó por él,que haya sido un facio despues es otro tema.Algún día te cuento la historia. La película esta en Cuevana y los calzones tambien.
¿Algo más? creo que no.
Aclaro no soy fantasma ni sonambulo los jueves empiezo a laburar a las 15h asi que los miercoles son "noches de rondas".
Hasta que me despierte.
José II (los palitos tienen su razon de ser, el 2 patito ,no)
Querido Jose II, gracias por la data , te digo que mi herencia es ocupar mi lugar en el café por si palmo hoy o mañana jajaja, pero no es asi nomás como se consigue ehh no, no... ATTENTI PEBETE y todo otro candidato a conseguir esta silla deberá: limpiar el café las 24 horas por lo que deberá estar en guardia pemanente y vivir en el cuartito de aprendices que tenemos al fondo.Segundo, deberá complacer al patrón en todo lo que este le pida, vigilar a los mosos..sobre todo a uno : Ortolani , que es medio rebelde y antojadizo, y acompañar a todos los "miembros estables" y que componen la Junta Honoraria De Notables de este establecimiento y hacer que se sientan a gusto y confortables.
ResponderEliminarEsas labores incluyen por ej: prender habanos y cigarros si alguno desea fumar( hay variantes, poppersetc) , acompañar al baño al gentleman , desabrocharle la bragueta , sostener el miembro, higienizarselo de la manera que el gentleman escoja, etc
Tener siempre listo y frio el champan para las visitas ilustres y el culito siempre limpio, las manos siempre dispuestas a "trabajar" y la boca bien cerrada con lo que los caballeros decidan cerrártela...esa son algunas de las condiciones pequeño saltachotas, digo saltamontes .
Sino el lugar sigue vacante de reemplazo, hasta que llegue otro candidato dispuesto a emprender esta escuela de novatos..OK??
Las mil y una noches mias no puedo prestarla ...esta llena de "manchas amarillentas" que me traen muchos recuerdos y hasta las he fechado para recordar que las motivó jajajaja.
Besos en los chotos...que suena mejor chotas o chotos?? Dudas linguisticas!!!