Domingo vintage

John Schneider,
su sonrisa, su juventud,
y... sus maravillosos pezones comestibles.

Comentarios

  1. Seguí, Franco, seguí tirando anzuelos que yo muerdo. El otro dia fue el colorado Colby, hoy los pezones comestibles del rubio éste...Estos días Vellohomo se hace irresistible!!! Gracias.

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  2. ¡Hola, mi querido Café VH! Tú sabes bien que aunque no me apersone te llevo en mi corazón... ¡y en mis calenturas! ¿Cómo has estado, mi querido Ortolani? ¿Qué es eso que huele tan bien? ¡Ah, muchacho! ¡Hiciste churros rellenos! Sabías que iba a venir, canalla... ¡Qué delicia! Espero que no me los vaya a acabar porque vengo con un antojo tremendo... ¡Cómo no estarlo después de darle una vuelta a lo que se ha visto por aquí en los últimos días! ¡Manjares sencillamente formidables!

    Desde la frescura de unos bellos vellos mojados hasta los deliciosos maduros de ayer y hoy; pasando por la fuerza contundente de los fortachones y la ternura acaramelada del sonriente galán del Domingo Vintage; todos ellos cubiertos de masculinas pilosidades... sin embargo, tú sabrás bien, mi querido Franco, que lo que más reacciones y emociones provocó en mí fue sin lugar a dudas, El cuentito de fin de mes.

    Con el espacio mensual que nos regalas con ese arte que me permitió conocerte, Gaucho de Oro, he descubierto que con él me pasa lo mismo que con aquellas películas que me han gustado más en la vida... sé perfectamente bien (a causa de las repetidas lecturas en otras épocas y lugares) qué personajes aparecen, qué escenarios enmarcan las acciones, qué proceso de causa desencadenará los efectos esperados y hasta cómo es que se desarrollará el final del relato... y sin embargo me sigo emocionando igual que la primera vez; sigo padeciendo los suspensos, emocionándome con las insinuaciones y explotando con las entregas totales a esos placeres sublimes que pones y describes en esos hombres que aparecen en tus historias. Uff... quiero decir tanto y miles de palabras se me agolpan en el pensamiento. Esta dupla de El guaardabosques tiene una mezcla deliciosa de erotismo, esperanza y paciencia... lo primero nos es relativamente sencillo encontrarlo en el camino; pero los otros dos elementos son duros de mantener y tener respectivamente. Sea como sea, aquí vimos que la esperanza de Emanuel y la paciencia de Rafael se vieron recompensadas con creces. ¡Qué hermoso es saber que ese tipo de encuentros pueden darse más allá de las letras! ¿Por qué lo digo? Porque son parte de un relato que tiene mucho de HUMANO. ¡Dichosos los que hallaron ya a ese compañero de viaje y disfrutan la alegría de su presencia! Y a los que todavía no encontramos a ese "alguien"... ¡no dejemos que la lusión se desvanezca nunca! Para ello tenemos muy buen material aquí precisamente, en tu maravilloso talento, Franco. Por enésima vez te digo: ¡Millones de GRACIAS hoy y siempre por SER y por ESTAR!

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