Sí, siempre volverán, son ellos, los "letales". No necesariamente bellos, pero temibles. Temes enamorarte de ellos, temes que te hagan sufrir, temes no poder quitártelos de la cabeza, temes no pensar, temes que te miren, temes que no te miren, temes estar pendiente de sus llamados, de cada movimiento que hagan o no hagan, temes serles fiel, temes que te hagan feliz, temes que te hagan infeliz, y temes muchas cosas más porque son lo que son, adorables hombres letales que te harán sentir único, y temerosamente vulnerable.
Mmmmmmmmmm... ¡Los delirios vampirescos salieron a flote con este post!
ResponderEliminarHe de reconocer que en el día a día no voy precisamente fijándome en los cuellos de los varones; y cuando lo hago es porque quiero ver si hay algún rastro de vellosidades que asome de los cuellos de las camisas, provenientes del pecho o de los hombros... pero en la intimidad sí es de esos lugares donde me gusta provocar reacciones; ver cómo mi contraparte actúa, tiembla, gime ó se estremece... además es un lugar que emana unos aromas deliciosos; esa mezcla de perfume y sudor que puede ser el acabose... ¡o el empezose!
Los besos en el cuello son prácticamente el camino a la perdición... porque los sientes y ya no hay vuelta atrás. ¡Te entregas a los placeres y pierdes la noción de tiempo y espacio!
¡Bravo, mi querido Franco! Nos sorprendes con estos tópicos tan lógicos en los que quizás no pongamos mucha atención en esencia; pero basta que nos los pongan en el mapa... ¡y de ahí no hay quien nos saque! ¡Bravísimo de Nuevo, Gaucho de Oro!