Sogas entre tus pelos
Desde aquella escena de "Los viajes de Gulliver", evocada en un lejano sitio de mi infancia, en la que el impresionante gigantote es amarrado por los sorprendidos hombrecitos liliputienses que no pueden dar crédito al tamaño de su prisionero, el bondage entre hombres me resulta -por lo menos- interesante. Confieso no haberlo practicado nunca y que, en el caso de hacerlo, sería en la más intima confianza a merced del hombre amado (algo así como una inspiración a partir de la almodovariana "Átame"), y pienso... ¿por qué no?..., preparemos las cuerdas...