Café y amigos

Hoy en la Argentina es el día del amigo.

Pero en este blog, el día del amigo es... todos los días. Y como decía un amigo mío, "los amigos se ven en las buenas". Es verdad, cualquiera puede ser buen amigo cuando la vida se pone difícil, cuando se está en las malas, cuando es necesaria la ayuda; pero ¿cuantas veces estamos verdaderamente presentes cuando no hay motivo alguno para estarlo, y por el sólo y mágico hecho de tener ganas de estar al lado de la persona querida, como amigo, sí, hasta en aquellos instantes vanos, dichosos, simples y cotidianos?

Tal vez, si en este blog tuviéramos que celebrar una fecha por la amistad que nos une, habríamos de coincidir todos recordando el día en que Albert, nuestro querido catalán, le dió nombre a nuestra tertulia de hombres y llamó a esta maravillosa unión de sentires "Café Vellohomo". Un café de hombres que se juntan para hablar de su pasión en común: los hombres. Y por consiguiente, claro está, para tocar todos esos temas que se disparan y entroncan con ellos -nosotros-, movimientos interiores inclúidos... los de cada uno, los de todos, los nuestros.

Y sí, también los argentinos, como en varios países, vivimos ese valor tradicional y ancestral de la reunión de café, que esculpimos día a día y a través de las décadas de tres siglos, dándole una forma que no ha dejado de renovarse con cada generación. El tango, música que se acuñó en el Río de la Plata, dio cuenta de ello con títulos como "El último café", "Café La Humedad", y otros tantos; sin embargo, Enrique Santos Discépolo evocó -creo de la manera más justa- el espíritu del café, sin olvidar "su mezcla milagrosa de sabiohondos y suicidas", en una suerte de homenaje dedicado a ese lugar de encuentro. Mariano Mores creó la música y así el producto fue uno de los tangos más emblemáticos de nuestra ciudad: Buenos Aires.

Con un enorme cariño dedico este pequeñísimo obsequio, en el día de la amistad, a mis amigos del café.

Y hoy, 20 de Julio, hago doble posteo, porque claro, la celebración tenía que ser completa de una sola manera: citando y dejando hablar a los verdaderos protagonistas del Café. El clip que sigue a continuación, es sólo el preludio musical. Más abajo es donde la cosa se pone interesante. Espero entonces que, como yo, disfruten del próximo post hasta las lágrimas.
Y... gracias, de todo corazón, por estar presentes.

Franco.