Un día en...

... Montevideo.

Tomé estas fotografías en mi último viaje a Uruguay, pensando en armar este post para recordar esta ciudad que amo. Entre mis fotos también alterné otras muy interesantes en tonos celestes (no podía ser otro el color). Lo dedico a todos los visitantes charrúas de Vellohomo, pero en especial a R. entrañable montevideano y amigo de tantos años, ¡bo!.

"Resbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive.

La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas.

Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente.

Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas.

Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve.

Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas turbias.

Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas.

Ciudad que se oye como un verso.

Calles con luz de patio."

Feria callejera, no fue una evocación.

Volviendo a transitar por estos versos de Borges, uno tiene la sensación de que ese “Buenos Aires que tuvimos” (curioso, el escritor le otorga a nuestra ciudad, como Gardel, sexo masculino), ha sido así desde hace muchos años, por lo menos desde los veinte, que fue cuando el escritor compuso estas líneas. Y luego de esta suerte de vaticinio contundente, hoy en día, Montevideo tiene más que nunca ese halo de las cosas que eran antes en Buenos Aires y que ya no son más, porque, caminar sus calles es sentir nostalgia pura para un argentino, aquel sabor perdido de las casas de puertas abiertas y la gente sentada en la vereda tomando mate cuando cae la tarde, entre tantas y tantas razones más.

Cada vez que vuelvo a Montevideo es como volver a casa, pero a la de la infancia. Me pierdo siempre por sus calles tranquilas –aún las de pleno centro- y en su aire de inmenso estuario que me invade los sentidos. Es cierto que nunca me pasó, pero, si tuviera que vivir un gran amor, y si esas cosas inexactas del destino de una vida se pudieran elegir, sin dudas Montevideo sería el sitio ideal en el que prefiriría estar. 

Plaza Zabala, detalle del monumento
al fundador de la ciudad.
(No, la estatua no es de Zabala, que no tenía tanto busto)

Vista desde Plaza Zabala.

 Más o menos así:

La ciudad, custodiada por una luminosa rambla que deja entrar la inmensidad del Rio de la Plata (¿o mar?), es la más poblada de Uruguay y la capital más austral de América.

Montevideo fue fundada en 1726 por el gobernador Bruno Mauricio de Zabala que llegó a esas costas en una expedición proveniente de Buenos Aires que tenía como fin desplazar a unos pesados portugueses que se habían asentado en las inmediaciones del Monte VI. En los comienzos del s. XIX, los ingleses ocuparon la ciudad pero en setiembre de 1807 se rindieron ante las tropas formadas por orientales y milicias venidas de Buenos Aires. Tres años después, cuando los españoles instalaron su sede en Montevideo ante el levantamiento revolucionario de las Provincias del Río de la Plata, Juan Gervasio de Artigas y Buenos Aires se unieron contra los realistas. Aunque el gobernador español fue expulsado en 1814, es decir, cuatro años después de nuestra Revolución de Mayo, Portugal volvió a tomar posición en Montevideo, anexando la Banda Oriental a Brasil (seguían muy pesados!). Pero gracias a la intervención de Lavalleja y los Treinta y Tres Orientales  la Independencia se consolidó en 1825, y luego de declararse estado independiente en 1828, Montevideo se estableció como capital nacional. Así fue como los uruguayos en vez de hablar portugués y comer feijoada, toman mate y hablan castellano (casi igualito al argentino).

El lema de Montevideo: "Con libertad, ni ofendo ni temo"

(creo que lo voy a robar e instaurar como lema del blog..!)

Frente a Plaza Zabala: Museo de Artes Decorativas.

Paseo por la Ciudad Vieja:

Mercado del Puerto (mmmmm!)

Montevideo Deco:

Un paseo por la Avenida 18 de Julio.

Es la arteria más importante de Montevideo y por ende, donde también se encuentran algunos de los edificios más importantes de la ciudad. Su nombre recuerda la fecha en que fue jurada la Constitución Uruguaya: 18 de Julio de 1830. Fue concebida como eje de la Ciudad Nueva, primera expansión del casco colonial, que por su simbolismo representó la ideología liberal y progresista del estado independiente. La avenida recorre unos 3 kilómetros aproximadamente, desde su inicio en la Plaza Independencia, hasta su final en el Bulevar Artigas, en el barrio de Tres Cruces.

En la Plaza Fabini, desde donde nace la arteria que conduce majestuosamente al Congreso Nacional, se encuentra “El entrevero”, un homenaje a los héroes anónimos que forjaron la patria. Es una de las tantas esculturas de importancia que concibió el escultor José Belloni (1892-1965) y que engalanan toda la ciudad.

Aquellos días en Montevideo fueron grises, fríos y con lloviznas. Lejos de que se opacaran sus calles, su gente y sus edificios, la ciudad se mostró con una luz rara y feérica, y el clima propició bellas y contemplativas paradas en sus bares y cafés.

La Fuente de los Candados (originaria de Pto. Vallarta, México) está situada a unos 900 metros de Plaza Independencia y en ella las parejas dejan un candado con sus iniciales con la promesa de que, al hacerlo, estarán destinados a regresar a Montevideo según cuenta una incierta leyenda. Y no sólo eso, sino que además, permanecerán unidos por siempre. (La leyenda no dice nada sobre lo que hay que hacer con la llave). Entonces… ¿Quién se anima a dejar un candadito?

Testimonios de épocas de esplendor
plasmado en este edificio
que siempre será mi favorito.

Hasta David también quiso habitar Montevideo.

La Rambla

Palacio Salvo, el otro faro.

El mítico y fascinante estilo ecléctico unido a una extraña filosofía dantesca, hacen del Palacio Salvo uno de los puntos más interesantes de Montevideo. Diseñado por el arquitecto Mario Palanti, que en su concepción arquitectónica simbolizó pasajes de la Divina Comedia, fue erigido en 1928 y durante siete años fue la construcción más alta de Sudamérica, superada después por el Kavanagh de Buenos Aires. Poco antes, Palanti también había construido a su gemelo argentino: el Palacio Barolo, con una torre casi exacta en semejanza, pero de menores dimensiones y mucho menos visible en su legendario entorno de la Avenida de Mayo. Ambos edificios hablan de una hermandad entre uruguayos y argentinos. En aquellos primeros y atribulados años del siglo XX, sus torres destellaban luces como faros según las principales noticias y hechos importantes, se dice que sus haces de luz se podían distinguir de orilla a orilla. En efecto, esa idea fue originaria del inmigrante Barolo quien quiso unir el Río de la Plata con un "puente de luz", ya que ambos palacios podían iluminar el cielo nocturno y su luz llegaba hacia la otra costa. Por fortuna, Palanti no vivió para ver la horrible antena metálica que ha sido instalada en la cúpula del Palacio Salvo. Pero, seguramente, quienes cometieron esa atrocidad condenable, se freirán en el infierno eternamente, por los siglos de los siglos amén.

Contrastes formales frente a
Plaza Independencia,
límite entre la Ciudad Vieja y la zona céntrica,
antiguamente llamada Ciudad Nueva.

Plaza Independencia, monumento a Artigas.

El magnífico Teatro Solís.

Inaugurado en 1856, es el principal escenario artístico de la ciudad de Montevideo. Tras un largo período de inactividad, fue reabierto en 2004. 

(No, esta foto no la tomé yo)

(pero esta sí)

El edificio para la firma comercial Pablo Ferrando, de estilo ecléctico pero emparentado con el Art Nouveau, alberga hoy una de las más interesantes librerías de Montevideo. Recalé un largo rato entre sus góndolas y llevé dos libritos para leer luego en mi viaje de regreso en el Buquebus.

La obra pertenece al arquitecto Leopoldo J. Tosi, y data de 1917. Una verdadera joya. (y los tipitos que pasaban por ahí... también!)

De lápidas históricas y estatuas de eterno esplendor.

Siempre que mi tiempo me lo permite, me gusta caminar por los cementerios de las ciudades que visito, porque, como en este caso, esa cita con el pasado me conecta con la historia del país y los hombres que la protagonizaron. Esa agridulce morbosidad de los homenajes funerarios me viene de pequeño, y recuerdo que siempre me fascinaba entrar a cualquiera de esas “ciudades” de difuntos.

Y el Cementerio Central de Montevideo -uno de los más antiguos del país y el más conocido por las grandes personalidades que se encuentran sepultadas allí- es además, una rica exposición artística que permite el encuentro con estupendas obras de diferentes escultores como Llusich, José Belloni, Juan Ferrari, Morelli, Díaz Yepes, José Luis Zorrilla de San Martín, así como de muchos artistas anónimos que han dejado su huella en magnificas esculturas, grabados y relieves de corte funerario. Se ubica en el Barrio Palermo, y se fundó en 1835. La rotonda del acceso fue diseñada por el arquitecto y escultor Bernardo Poncini. 

Sí, entremos... pero no se asusten por algunos espíritus que puedan aparecer entre las imágenes, son inofensivos, aunque... pueden hacerte de todo.

Regresé a mi hotel cuando el sol volvía a ocultarse entre las nubes, y el gris plomizo retomaba su supremacía como lo había hecho durante toda esa semana tan lluviosa. Mi cámara ya no pudo captar nada más ese día, no tenía más batería. Pero seguí absorbiendo imágenes que guardé en la memoria, como cada vez que estoy allí, en ese Montevideo que adoro por alguna razón que no sé bien.

Hasta luego, nos veremos... y volveré a transitar tus "calles con luz de patio".