Última jornada de nuestra semana fálica. Recorrer una galería retro... a pesar de poner este punto final (por ahora), es como volver a recomenzar todo nuevamente.
Nos fijamos en caracteristicas del pene, si es gordo, largo, pequeño, grande, recto, ladeado o curvo. Pero pasamos de largo su calidad "mágica", que hizo que sea reverenciado y adorado en todas las civilizaciones. A parte de ser "dador de vida" es uno de nuestros órganos muchas veces independientes de nuestra voluntad. Crece cuando queremos y él quiere; otras si él no quiere se queda flojito desesperandonos. O se levanta majestuoso si se le antoja poniendonos en situación avergonzante.Es un buen compañero, excelente, pero a veces imprevisible. E IMPRESCINDIBLE. Fabrice
Fabrice, tu comentario me hizo pensar, porque, ah!, tantas veces ha pasado lo que decís!. Es muy lógico (y frecuente), pensar en nuestro pene como si fuera otra persona, porque OMG!, vaya si parece eso todo el tiempo!, y, además, esa "persona", siempre es un amigo. Es muy raro escuchar a alguien hablar de su pene como si fuera un enemigo. Y como todo amigo, es alguien que al principio de la relación no coincide con los gustos, ni con el ánimo, ni con los tiempos de uno. Hay temporadas de simbiosis total tanto como de alejamiento y peleas. Nada más exacto que eso en la época cuando los dos (uno y su pene), son adolescentes. Sin embargo, esa es la época donde ambos comprueban lo que comentás, que uno no puede vivir sin el otro, y que ese compañerismo es imprescindible. En fin. Después de un "compañerismo" de 54 años, de TANTAS cosas vividas juntos, tantas aventuras, enamoramientos, desilusiones, fantasías, realidades, llantos y risas (el pene también llora y ríe, claro), parece ser que ahora él y yo nos hemos fundido en una sola persona. No puedo hablar de "él" como alguien ajeno a mí, creo que él soy yo. Y no sé lo que dirá él, digo, si le preguntan tal vez les conteste. Pero no creo.
Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Siempre es difícil afrontar una nueva semana. Vamos, ánimo, que tenemos todavía que lidiar con tantas cosas hasta el "por fin viernes...!", pero, por suerte contamos con la compañía de estos papis para que se nos haga más llevadero.
Nos fijamos en caracteristicas del pene, si es gordo, largo, pequeño, grande, recto, ladeado o curvo. Pero pasamos de largo su calidad "mágica", que hizo que sea reverenciado y adorado en todas las civilizaciones. A parte de ser "dador de vida" es uno de nuestros órganos muchas veces independientes de nuestra voluntad. Crece cuando queremos y él quiere; otras si él no quiere se queda flojito desesperandonos. O se levanta majestuoso si se le antoja poniendonos en situación avergonzante.Es un buen compañero, excelente, pero a veces imprevisible. E IMPRESCINDIBLE.
ResponderEliminarFabrice
Fabrice,
ResponderEliminartu comentario me hizo pensar, porque, ah!, tantas veces ha pasado lo que decís!. Es muy lógico (y frecuente), pensar en nuestro pene como si fuera otra persona, porque OMG!, vaya si parece eso todo el tiempo!, y, además, esa "persona", siempre es un amigo. Es muy raro escuchar a alguien hablar de su pene como si fuera un enemigo. Y como todo amigo, es alguien que al principio de la relación no coincide con los gustos, ni con el ánimo, ni con los tiempos de uno. Hay temporadas de simbiosis total tanto como de alejamiento y peleas. Nada más exacto que eso en la época cuando los dos (uno y su pene), son adolescentes. Sin embargo, esa es la época donde ambos comprueban lo que comentás, que uno no puede vivir sin el otro, y que ese compañerismo es imprescindible.
En fin. Después de un "compañerismo" de 54 años, de TANTAS cosas vividas juntos, tantas aventuras, enamoramientos, desilusiones, fantasías, realidades, llantos y risas (el pene también llora y ríe, claro), parece ser que ahora él y yo nos hemos fundido en una sola persona. No puedo hablar de "él" como alguien ajeno a mí, creo que él soy yo. Y no sé lo que dirá él, digo, si le preguntan tal vez les conteste. Pero no creo.