Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Oh, por Dios... Creo que si Santa Claus fuera así de cachondo yo también lo tendría secuestrado así en mi casa... ¡Qué tipo tan más exquisito! Lo soltaría hasta después de que me dejara darle varios regalos...¡Enormes! Se los ganó por ser un chico muy bueno... ¡Buenísimo!
ResponderEliminarAbrazos a todos los que se asomen por aquí... ¡Ortolani! ¡No me olvidé de ti, machote! Anda, ven... déjame desabotonarte esa camisa para decirte cuánto te he extrañado... se lo voy a susurrar a tu peludo corazón para que lo comprendas mejor...
Manu,
ResponderEliminarya lo creo que es exquisito.
El tipo de vellosidad que tiene, es de un equilibrio perfecto. En primer plano, su brazo izquierdo. OMG!; los brazos así me encantan... con esos pelitos que van subiendo hasta los hombros, dibujando formas y texturas... no es un brazo cubierto totalmente de pelos, hay espacios de piel sin vello, y ese contraste me fascina, siempre... y cuando uno los ve en la calle, con unas manguitas diminutas que a brazos alzados descubren el comienzo de la mata axilar... ah.... conviene tener el desfibrilador cerca. Hace poco, en un viaje aéreo, me tocó maravillarme con un azafato así, mangas cortas, por supuesto... ahhhhh....
Bueno, dejo aquí porque ya me entusiasmé.
Ortolani...!, un té de tilo.