Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Diooossssss... Entre el relajo desmadroso de ayer con los compas y esta intimidad compartida de hoy... ¡Este lugar es un torbellino de lujuria y deseo! Gracias por representar ambos deleites de forma tan exquisita con tus selecciones, mi querido Gaucho de Oro... ¡Ambas son sencillamente FASCINANTES!
ResponderEliminarManu,
ResponderEliminarcalma, calma, que tenemos que llegar a fin de año...!!!!
(y cuidado mañana, que todo viene muy peludo)