Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Resortes, pendulos, metrónomos, siempre una grata sorpresa. Y el placer de desnudar o ayudar a desvestir al amante.
ResponderEliminarFabrice
Siempre me fascinó ese instante segundos antes de abrirse el telón en la oscuridad de la sala de un teatro. Esta fascinación es algo parecido. Pura expectativa...
ResponderEliminar