Caminos

Dicen que para andar nuevos caminos es necesario perderse. Quizás así se explique que, en algún momento de nuestras vidas, el hecho de seguir por estos senderos nos haga sentir totalmente confusos. El miedo, el temblor, la indecible excitación, la indecisión y la expectativa son nuestros compañeros de ruta. Pero seguimos aunque nos tomemos tiempo o nos detengamos en alguna pausa. No nos importa nada. El camino, a pesar de todo, también nos cobija y nos protege. Incluso nos guía. A veces claro, directo y recto, otras apenas perceptible, tal vez sea profundo y marcado, o sinuoso y bifurcado, ancho, angosto, largo o corto, en todos los casos, la ruta es atractiva, inevitable, embriagadora. Nos invita y se apodera de nuestra rendida voluntad, de nuestros sentidos y de nuestra pobre cordura. ¿Sigue ahí? Sí, aunque se oculte o los años pasen, siempre está, como una tácita afirmación de lo que realmente deseamos. Tal vez cambie de color, de forma, pero es ese. Sí, recorrer el camino es imperioso, después de todo, al final nos espera la gloria.
 








































































Comentarios

  1. Los caminitos que más me gustan son los de sujetos con poco vello en el pecho o ningún vello en el pecho y que, sin embargo, tienen ese camino justo bajo el ombligo, como una flecha que te dice: "Ahí, ahí está lo que buscas, cerdo".

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  2. Mira nada más... yo sabía que todos los caminos llevan a Roma; pero hay que ver que es cierto la asociación bonaerense con este tema: ¡Qué deleite pensar que estos caminos llevan al Obelisco! Si de por sí ya tenía hecha agua la boca... ¡ahora al pensar en eso hay algo que también se hizo agua! Ejem, ejem... ya extrañaba decir guarrerías aquí, amigos! Será que me sentí en confianza al ver que nos visitó Conrado después de tanto? ¡Qué gusto da volver a verte, mi estimado! Ven, vamos a ponernos al día mientras comentamos estos caminitos a la Gloria que lucen estos machos... A mí me gustan los que bajan de un pecho tupido y se dibujan resaltando sobre un vientre llano; primero angostos, y poco a poco se van ensanchando... Uuuuuufffff!!! Qué andares evocan estas imágens, por Dios! Los que hace uno primero con la vista; y después, si tienes la bendición de acercarte a ellos, los recorres con la punta de los dedos... y finalmente con el roce de los labios!!! Sublime! Extraordinario! El camino a la Gloria (o al tesoro, como lo dicen los amigos anglos -"Treasure trail"-) es un deleite delirante!

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