Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
La felicidad, el placer, el goce de estar con el otro.
ResponderEliminarEl gusto de ver hombres al "natural", con el vello que les dotó la naturaleza o sus genes, los vellos púbicos intactos y exuberantes. La única coqueteria; las patillas y los bigotes tupidos. En vez de los tatuajes actuales que en mi caso disminuyen la libido.
También todavía, aún en las fotos con actores porno, cierto aire de ingenuidad, diría hasta de inocencia, gozando en esa década larga de los ´70-´80 de la salida de las "catacumbas" gays al mundo y a la luz.
Fabrice
Hermoso tu comentario, Fabrice,
ResponderEliminarReflexivo y sensible.
Sí, es curioso, los vellos naturales son una característica omnipresente en los modelos de antes. Nunca dejaré de embelesarme con ellos.