Una buena ducha (2)
Galería de hombres duchándose, solos y acompañados (2ª Parte)
De la belleza clásica
Contrariamente a los gustos actuales en donde el tamaño sí importa, en la antigüedad, Grecia lideró la tendencia a valorar y admirar a los penes pequeños, que ensalzaban las virtudes esenciales de la masculinidad. Por tanto el miembro pequeño era un aspecto codiciado en el macho alfa. Pues los hombres ideales eran dioses, héroes, atletas, etc., y todos ellos eran representados con genitales minúsculos y nunca erectos, mientras que las vergas gruesas, a menudo excitadas, peludas y descomunales correspondían a los sátiros o a todo tipo de hombres que de las más altas virtudes descendían a los más oscuros vicios, a la decadencia y al caos. En definitiva, el pene grande, para los antiguos griegos, describía al hombre vulgar, salvaje y bárbaro. Tantas veces nos hemos intrigado por lo excesivamente pequeños que a veces aparecen los penes de las estatuas clásicas, pero claro, lo bello, era otra cosa. La galería de hoy no olvida aquellos principios apolíneos. Veamos:
Qué manera de comenzar este martes, bien hot
ResponderEliminarY el agua también está muy caliente. Buena semana!!!
EliminarSin duda alguna Franco, perfecto para un sauna y dusfrutar del placer jejejeje
EliminarMuchas gracias franco, igualmente para vos y todos ustedes!!!!
EliminarSorprende que un hombre en las duchas tenga una erección y que los demás actúen como si nada... ¿no habría que acudir en su auxilio?
ResponderEliminarYo acudiría
EliminarNo veo por qué no. Alguna vez fui acudido, es lógico que uno también acuda...
EliminarBuenas, cómo me gustan las duchas jaja, ese momento de estar todos en pelotas, mojados, es exitante y de mucha complicidad, no me ha pasado de q pase mas de un empalme pe porque puede pasar, m gustaria
ResponderEliminarEn vestuarios y duchas frecuentadas por "supuestamente" héteros, más de una vez he visto vergas ponerse duras, o al menos sospechosamente felices. Generalmente todo queda ahí, en esa deliciosa complicidad de la que hablás. Miradas furtivas, repetir una y otra vez el jabón y el enjuague justo ahí, duchas interminables..., ¿cómo no va a ser excitante?
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