Buenos vecinos I
Buenos vecinos
Parte I: "La bienvenida"
El
aparato telefónico en el piso. Mudo. Apenas un mínimo resplandor se colaba por entre las rendijas de las persianas cerradas. Se respiraba una
atmósfera densa, ansiosa de ser disipada por nuevos aires. Pero todavía todo
estaba detenido. Quieto. Nada parecía avanzar, ni siquiera el tiempo. Ignacio
entró a su nuevo departamento con sólo dos maletas en las que transportaba algo
de ropa y unos pocos objetos personales. Y como no tenía donde sentarse -no
había mueble alguno- solo atinó a quedarse de pie en medio de la sala, absorto
y pensativo. Después de un rato fue a subir las persianas y cuando la luz
invadió el lugar tomó conciencia de que estaba solo. Solo, en el más completo
sentido de la palabra. Era una luminosa tarde de verano, pero a él le pareció muy
triste. Era el primer día de esa nueva etapa que a sus cuarenta y tres años iba a
emprender.
Alguien
llamó a la puerta poco después, y su intriga no fue poca porque nadie de sus
conocidos sabía que se había mudado allí. Todo era tan
reciente. Siguió como frenado sobre el piso de la habitación, aún cuando del
otro lado de la puerta alguien insistía con el llamado. Abrió la puerta y se
encontró con un hombre de barba, de mediana edad, como él, que le sonreía. El
hombre alargó la mano, y con voz firme le dijo:
-Hola,
bienvenido al edificio, soy tu vecino..., el del piso de arriba ¡mucho gusto!
Ignacio,
algo asombrado, quedó un rato sin reaccionar, pero enseguida estrechó la mano
del nuevo vecino y esbozó una leve sonrisa.
-Ah,
sí, claro, encantado, me llamo Ignacio – y se quedó pensando sobre lo rápido
que se esparcían las novedades en ese edificio.
-El
encargado me dijo que te habías mudado hoy, hace un momento me comentó que
acababas de entrar, así que pensé en bajar a saludarte, y decirte que cualquier
cosa que necesites, bueno, me golpeás la puerta, o me llamás, o...
-Sí...,
gracias... pero...
-¡Qué
cabeza la mía, ni siquiera me presenté, me llamo Felipe!
-Mucho
gusto, yo soy Ignacio.
-Sí,
ya me lo dijiste.
Ignacio
se sintió ridículo, hizo un gesto como para justificar su torpeza.
-Lo
siento, es que...
-Todo
bien, es el calor - dijo Felipe sonriente - Encantado, Ignacio, ya
intercambiaremos teléfonos. Hace un año que estoy en el edificio, vivo solo. Los
vecinos son tranquilos, creo que vas a estar muy cómodo aquí.
Ignacio,
que había pasado por situaciones muy fuertes hacía apenas unas horas, se quedó
mirando a Felipe sin responder, como ausente.
-¿Vos
también sos solo?
-¿Eh?
¿Solo?
-Quiero
decir si vivís solo.
-Sí,
sí...
-¿Te
sentís bien? – preguntó Felipe, hablando más bajo y más serio.
-Sí,
sí, no te preocupes, yo.... es que... no sé... me falta un poco el aire.
Felipe,
al ver que Ignacio cerraba los ojos poniendo una de sus manos en la frente y
parecía perder el equilibrio, lo sostuvo por los hombros. Ignacio se tambaleó
un poco y sintió que las piernas se le aflojaban. Entonces Felipe lo llevó
hacia la ventana, abriéndola de par en par. Fue hasta la cocina en busca de
agua, pero al ver que estaba completamente vacía, volvió rápidamente.
-Vení,
Ignacio, voy a prepararte algo en casa.
-No,
no hace falta, estoy bien, yo...
-No
te voy a dejar así, aquí no tenés ni un vaso para tomar agua. Vení conmigo.
Ignacio
obedeció, un poco confuso, y ya en la casa de Felipe, aceptó un vaso de jugo
bien dulce de naranjas que le sentó muy bien. Ya más distendido, descansó en el
sofá.
-¿Estás
mejor?
-Sí,
gracias, Felipe. Tuve un mareo, debe ser por tanto calor.
-No
te preocupes. Sí, hace bastante calor, que suele hacer estragos al combinarse
con los problemas diarios.
-Tenés razón. Siempre es un conjunto
de cosas. Y yo..., ¡nada!, lo siento, no tengo por qué cargarte con mis
problemas.
-Sé que penas nos conocemos, pero si te
hace bien, no tenés más que sacarlo afuera.
-Gracias,
sos muy amable, no es que no quiera comentarte lo que me pasa, pero carajo…, es
que vengo de pasar muchas tensiones esta última semana.
-¿Problemas
en el trabajo?
-No.
Acabo de separarme.
Felipe
miró comprensivamente a Ignacio.
-Entiendo,
¿y cuándo fue todo?
-La
semana pasada. Estuve viviendo en la casa de un amigo, pero finalmente alquilé
este departamento, en fin, no podía seguir viviendo con mi amigo, porque... bueno,
nada, eso no viene al caso ahora. Como verás – dijo riendo nerviosamente – aún
tengo que instalarme... no tengo ni una silla donde apoyar el culo.
Fue
cuando sonó el timbre. Ignacio se inquietó un poco, y como si el sonido del
timbre hubiese sido el de una alarma, de pronto se sintió algo ridículo al hablar
de todo eso con un completo extraño. Pero al instante tuvo un sentimiento raro
de culpa porque Felipe había sido muy amable con él. Felipe fue a atender y
cuando abrió la puerta apareció un hombre de unos cincuenta y tantos años, muy
robusto, alto y de pelo entrecano.
-¡Carmelo!,
¿qué tal, galleguito?
-Felipe
querido, ¿cómo estás? – vociferó el hombre con una franca sonrisa tras su
espeso bigote casi blanco – Mira Felipillo, tu vas a creer que estoy un poco
loco, pero de pronto recordé que hoy es el aniversario de tu divorcio, y bueno,
tu sabes, uno se pone a pensar, vamos... y me dije... tal vez este cabrón
necesite un poco de conversación por si se encuentra un poco melancólico... ¿Qué me
miras? Que no es coña, hombre. Ahora que si no te vale, pues, vuelvo en otro
momento, vete al cuerno.
Ignacio
miraba toda la escena desde su sofá. Felipe es otro divorciado, pensó. El
hombre mayor, de inconfundible acento español, estaba tan verborrágico que ni
siquiera había notado su presencia.
-Carmelo...
- dijo Felipe, conteniendo la risa e insinuando con la mirada que no estaban
solos.
-¡Oh!,
pero, joder, que no había notado que tenías compañía. Perdona, perdona...
-No
tenés por qué disculparte, vení, Carmelo, pasá, justo estoy con nuestro nuevo
vecino, que se acaba de mudar hace unos minutos. ¿Y adiviná qué? por esas
casualidades de la vida él está pasando ahora por lo que yo hace un año.
-¿También
un divorcio? ¡Joder! - exclamó Carmelo tomándose cómicamente los carrillos con
los dedos.
-Bueno,
aún no es divorcio, me acabo de separar – dijo Ignacio intentando levantarse.
-No
te levantes, Ignacio... es que se siente mal – informó Felipe volviéndose a
Carmelo.
-Hombre,
no te molestes, que yo voy para allá. Mucho gusto, Ignacio. Yo soy Carmelo –
dijo con un fuerte apretón de manos – soy el vecino del tercero. Estoy justo
debajo de ti. Bueno, quiero decir, en el piso de abajo, no me malinterpretes.
-Gallego,
no empieces... - dijo riendo Felipe.
-¿Y
ahora qué dije? - preguntó Carmelo encogiéndose de hombros.
-Felipe,
no sabía que vos también... –comenzó a decir Ignacio, que sintió perder la
timidez inicial.
-Bueno, ¡somos tantos! Sí, es verdad, este viejo bigotudo tiene mucha memoria,
efectivamente hoy hace un año de mi divorcio. Así que podés darte una idea de
cuánto te comprendo.
-Gracias
- respondió Ignacio, dibujando una sonrisa franca en su cara.
-¡Menudo
dúo hacéis, mira que mudarte después de una separación, y el primer vecino que
conoces es otro divorciado...!
-Ignacio
aún no está divorciado como yo - interrumpió Felipe, reprendiéndolo con un
gesto en los ojos y levantando las cejas.
-Vale,
vale, que ya entendí. Y dime, Ignacio, ¿ya te has instalado totalmente?
-¡No!,
no tengo un solo mueble, pensaba ir mañana a comprarme algunas cosas, ¡una
cama!, así que por hoy iré a un hotel.
-¡Un
hotel! De ninguna manera. Te puedes quedar en mi casa, hombre.
-¡Uy,
ya vas a ver la tortilla a la española que hace Carmelo...! Cocina como los
dioses.
-No,
no... Muchas gracias, pero…
-Que
nada, que tú te vienes conmigo. Vaya tela que tienes con todo lo que estás
pasando, y encima, irte a un hotel. Anda, que...
-Hazle
caso, Ignacio –le recomendó Felipe, tomándolo por el hombro– mira que al gallego,
cuando se le pone una cosa en la cabeza..., y además..., mal que me pese
decírtelo, no podrías haber dado con mejor persona. Vas a tener una habitación
para vos, y bueno, cuando puedas instalarte, con tiempo, te pasás a tu
departamento, y...
-Oye,
oye... vamos... que eso de "con tiempo", vaya.... – dijo entre risas
Carmelo.
-No
sé qué decir – balbuceó Ignacio – ustedes son muy buenos conmigo.
-Nada,
hombre, mira cómo estás, no podemos dejarte sólo por ahí. ¡Hala!, vayamos a por
tus cosas, que querrás darte una ducha y descansar un poco. Tú te olvidas de
todo y ya verás cómo pronto esta historia te parecerá un mal trago lejano. Y a
la noche, pues haremos algo rico de comer, invitamos a este pesao de
Felipe, y...
-Y
yo llevo el vino..., y le digo a Pipo que venga también. ¿Qué les parece?
-Pipo
es parte de este grupete de vecinos que te ha tocado en suerte, Ignacio – dijo
Felipe saludándolos con la mano mientras bajaban ya la escalera – te caerá muy
bien, es el único pendejo entre tanto viejo decrépito.
-Eso
lo dirás por ti, mamón – le gritó Carmelo desde el piso de abajo – y recuerda
que te esperamos a las nueve.
-Okey,
allí estaremos con Pipo.
Carmelo
acompañó a Ignacio y lo ayudó con sus dos maletas. Carmelo era un tipo simpático
y de eterno buen humor. Ignacio enseguida se sintió de maravillas con él,
porque entre otras cosas, sentía que el hombre se mostraba muy respetuoso,
seguramente era una persona de gran experiencia de vida, y aunque ni uno ni
otro se conocían en absoluto, ya se sentían como amigos de larga data. Bajaron
otro piso más y entraron al agradable y amplio departamento de Carmelo.
-Ponte
cómodo Ignacio ¿te apetece un té, un café?
-Un
té me sentaría genial.
-Ya
te lo traigo, siéntate.
Carmelo
volvió con una taza humeante. Ignacio se distendió en el sofá. Tuvo enseguida
una bienhechora sensación de alivio, el lugar le pareció muy acogedor, y se
dejó llevar por la calidez de su anfitrión.
Carmelo
le sonrió, sin decir nada y fue a preparar la habitación. Cuando estuvo lista, llamó
a Ignacio desde allí.
-¡He
aquí tu habitación, Ignacio!
Cuando
Ignacio entró al dormitorio, miró a Carmelo con un expresivo gesto de gratitud.
-Espero
que estés cómodo aquí, Ignacio. Joder... mira que ocurrencia eso de irte a un
hotel, ¿qué va...? si aquí estarás de puta madre.
-Carmelo,
no sé cómo agradecerte..., tenés razón, porque la verdad, es que no estoy para
mucho gasto.
-¡Por
supuesto! yo ya me imaginaba que no tendrías ni un duro. ¡Hotel!, qué
barbaridad. Tú déjamelo a mí. Aquí serás mi invitado. Ya verás qué bien que nos
la pasaremos esta noche. ¿Quieres darte una ducha, verdad?
-No
quiero incomodar, Carmelo...
-Pero
¡coño!, los argentinos sois tan remilgados para todo, hay que ver. Mira, paso
de ti. Ven, ven, puedes usar el baño de mi dormitorio. Verás lo bonito que es, hasta
le he instalado un jacuzzi. Úsalo con confianza, Ignacio. Supongo que no tienes
toallas. Pues ahí te van, cógelas.
Ignacio
siguió a su nuevo amigo hasta el dormitorio. Carmelo entró al baño y abrió el
agua del jacuzzi.
-Ya
está, es todo tuyo.
-Gracias.
Ignacio
entró al baño y comenzó a desvestirse. Hacía mucho calor, y la ropa se había
hecho una molestia de la cual quería escapar. Mientras, Carmelo preparaba unas
sales para su huésped.
-¿Y
vos que hacés en Buenos Aires, Carmelo? – preguntó Ignacio, cada vez más en
confianza.
-Tengo
un cargo en Telefónica. Vine cuando la empresa se instaló en la Argentina.
Decidí quedarme hace cinco años, cuando falleció mi esposa.
-Caramba,
Carmelo, lo siento mucho.
-Sí,
fue una pérdida enorme – dijo emocionado. Buscó un pequeño banco que había en
el rincón y se sentó para proseguir la conversación. Pero de pronto se dio
cuenta de que Ignacio se había quitado la camisa, los pantalones y estaba en ropa
interior.
-¡Oh,
disculpa! – dijo Carmelo haciendo un gesto para retirarse – si necesitas algo
estaré en el dormitorio.
Desde allí asomaba un miembro verdaderamente enorme. |
Al
salir, amagó a cerrar la puerta tras de sí, pero su vista no pudo dejar de recorrer
la desnudez de Ignacio, que acababa de quitarse el slip. No pudo evitar dirigir
su atención en la entrepierna cubierta de oscuros vellos. Desde allí asomaba un
miembro verdaderamente enorme. Su inusitada atención le impidió cerrar la
puerta. ¿Qué le pasaba? Cualquiera lo confundiría con un fisgón, pero es que esa verga, colgando como un
badajo, era algo realmente fuera de lo común. Se preguntaba si Ignacio no
estaría algo excitado, a juzgar por el tamaño y grosor de su polla. Volvió a
fijarse: pero no, era un pene en total estado de flacidez. Ignacio se sumergió
en el agua caliente y Carmelo finalmente cerró la puerta, algo extrañado por su
inusual comportamiento. Sonrió, todavía sorprendido -¿o envidioso, tal vez?-
por aquella visión, y fue al placard de donde sacó un pantalón corto. Al
quitarse el que tenía para ponerse aquel más cómodo, se situó frente al espejo
y quiso ver su miembro, como si necesitara comparar su tamaño con el del que
había visto. Se quitó el bóxer y se levantó la camisa. Joder, mi polla no está
nada mal, pensó Carmelo. Pero sabía también que su miembro no estaba limitándose
a su mínima expresión, sino que el comienzo de una erección lo había agrandando
bastante. Su prepucio empezó a descubrir el glande, era un pene gordo, y la
vellosidad que lo circundaba era una suerte de continuación de los pelos
blancos que cubrían su enorme y carnoso pecho, como si hubieran llegado por ese
sendero serpenteante que surcaba el amplio abdomen. Pero los pelos en su pubis
eran más oscuros que en el resto de su cuerpo, largos, lacios, y de una gran
frondosidad que se extendía cubriendo también sus dos grandes y colgantes
testículos. Sus ojos celestes se encontraron a sí mismos en el espejo. Carmelo
era un hombre de buen ver, rasgos varoniles, cejas pobladas, bigotes generosos,
una calva pronunciada flanqueada por cabello más bien blanco, y apariencia
reposada y tranquila. Era un gran seductor, y hasta se diría que estaba
seduciéndose a sí mismo en ese momento.
Se
abrió la camisa. Sus pechos, redondos, abultados y prominentes, remataban en
dos rojos y redondos pezones cubiertos de pelos más negros. Se tocó, se
examinó, frotó sus puntas endureciéndolas enseguida... y le gustó mucho sentir
que su miembro respondía a ese estímulo como si se tratara de un jovencito
caliente. Miró nuevamente su miembro, cada vez más grande, sosteniéndose ahora
por sus propios medios, y pensó en el de Ignacio. ¿Intentaba competir? ¿Su
miembro erecto podría medirse con el suyo? Volvió a sonreír, pensando en lo
absurdo de aquella eterna competencia entre hombres, sí, absurda, pero
interesante a la vez. Dio unas palmadas a su miembro, desperezándolo
cariñosamente y se rió entre dientes. Luego se hizo a sí mismo un gesto que el
espejo le devolvió al instante. Se calzó los breves y holgados pantalones, esos
que usaba siempre que quería estar cómodo.
(Continuará)
Salú la barra!
ResponderEliminarTiito Franco, ya mismo nos pasas la dirección de ese edificio!
Es en Palermo Jollivu? o en Palermo Vechio? O Palermo Piccolo? O Belgrano? O Cañitas?
Boedo tal vez? Re-colita? ano ese es un barrrio trucho jajaja.
QUE BUENOS VECINOS!!
Espero ansioso la parte dos.Cuantas entregas tendrá esta serie?Actúa Don Pepe? El Sebas, el Manu? Waw cuántas intrigas!.
Cuando sube la entrega dos mañana? Di que si di que si ! jajaja
Ortolani quiero pochoclo!!!
Besitos para todos.
Pero sobrinito,
ResponderEliminarcalma, calma, portate bien y no le tires de los pelitos a Ortolani para que te atienda.
Los vecinos estos no sé donde viven, tal vez estén a la vuelta de tu casa, uno nunca sabe. Por qué??? estás por mudarte???
Tranqui. La saga tendrá 5 partes, y se publicarán los lunes. Tamo? Así que preparate y venite con el osito Teddy y con el pijamita que yo te lo leo con ademanes.
Ortolani, ¿ya está listo ese pochoclo?
¡Hola, mis queridos tertulianos! Vengo saliendo de una racha de pendientes y entrando a otra; por ello decidí que ya no podia seguir postergando más mi vuelta a el lugar de mis quereres... ¡y qué me encuentro! ¡Al objeto de mi afecto! Estos Buenos Vecinos son una fantasia delurante, una especie de deseo morboso que sería fascinante poder hacer realidad en el edificio en donde vivo... 30 departamentos y en casi todos matrimonios sagrados y devotos. Sólo en el que está frente al mío, en el piso de abajo, hay un grupo de caballeros trabajadores medio espantados (el domingo pasado estaba yo en mi terraza muy temprano en la mañana tomándome un café cuando veo salir de esa puerta a uno de ellos sin camisa despidiendo a otro; al verme se turbó un poco, dijo 'buenos días' y de inmediato se metió... ¡ni chance de disfrutar la vista, caray!). El departamento que está al lado del mío se acaba de desocupar... ¡espero que lo tome alguien con quien les pueda contar alguna anécdota interesante!
ResponderEliminarMi querido Gaucho de Oro, se que vos me podsrás entender; he dejado de venir no por gusto, sino por falta de tiempo suficiente para poder gozar de tu talent y de la calidez de este sitio... así que no te pido una disculpa con palabras por mi ausencia, solo te doy un abrazo emocionado, tal como aquel que nos dimos en el camino real donde nos conocimos... Aquí me tienes
¡Vaya que los he extrañado, camaradas! ´Me ponder a dar una vuelta por el lugar a ver qué es lo que ha pasado en estas dos semanas largas que no nos hemos visto. ¡Besos y abrazos a todos!
Queridos amigos,
ResponderEliminarLa verdad, me tardé una eternidad en completar la lectura del Palacio Aráoz, pero esta historia me prendó de inmediato y ya estoy ansioso por que llegue el próximo lunes. Es más, hay un par de cosas que no entendí, así es que también me gustaría que Franco me las explicara con ademanes. Quizás a los dos juntitos con el Turquito... Claro que yo no voy a llevar pijama...
Acá en Chile el pochoclo se llama 'cabritas'. A ver si Ortolani puede aumentarnos la ración...
Abrazos a todos
Manu,
ResponderEliminarJajajaja... un Decano jamás da cuenta de sus ausencias y mucho menos pide disculpas!
Bueno, me pasé leyendo tus mensajitos, que escribiste todos juntos en cada post. Oich.
Así que tenés vecinitos que se despiden desnuditos y después se meten adentro todos vergonzoncitos??? bueno, algo me dice que la segunda saga de Buenos Vecinos la vas a escribir vos!!!, esperamos ansiosos las nuevas historias. Y si necesitás algún personaje, avisanos que nos mudamos a México.
Deep,
Bueno, el culebrón del Palacio Aráoz no era fácil de digerir. Y qué te gustó de éste???
Y qué parte no se entendió???? alguna palabra en lunfardo??? algo de la "complejísima" trama??? jajajja... BUeno, cualquier cosa, te lo explicamos con el Turquito, sí, claro, con ademanes.
Y a Ortolani, pedile nomás las cabritas, que él entiende mucho de lenguas, no hay problema.
Besos a todos
Hooola|
ResponderEliminar¡Al fin! La esperada historia...
Ayer en la madrugada los tremendos truenos que anunciaban la tormenta me despertaron. Con fastidio me levanté buscando que hacer para conciliar el sueño. Decidí abrir la compu y pensé en leer lo que ya había leído del referendo griego en diarios ingleses, pero sabía que eso me iba a poner en completa vigilia y decidí algo más manual para dormir. Me fui al Café, mientras pensaba que el pinche tabernero no había subido "el cuentito del mes", así que sólo piqué por curiosidad. Y...¡oh la laaá! Ahí estaban, lo vecinos. Volvía a regresar los momentos que me habían emocionado de esa historia. La sonrisa se me dibujó en el rostro, y a sabiendas que había sido subido como una saga, decidí mejor dormirme. EL sueño llegó fulminante.
Ayer en la tarde, después de la siesta decidí traer el postre: el cuentito. Y sí, lo saboreé con delicia. Tendría que irme con los huevos cargados de leche hasta esperar la continuación. No recordaba esa mirada jotera del macho Carmelo sobre la suculenta hombría de mi Nacho. ¡Ah que pinche Carmelo! ¿Así que pensaste en "lo absurdo de esa competencia entre hombres... Mmmmm " ¿por qué será que tu verga parada dice que no será competencia...sino apetencia de hombres? Seguiremos la historia...
Saludos a tod@s. Jajaja
Don Pepe
Y para que no se queden a medias...
ResponderEliminar¿qué tal si le regalamos un poco de sal a este cocinero?
http://www.xvideos.com/video8397844/valentino_medici_and_mateo_stanford
Buen provecho!
Turco,
ResponderEliminarOye, aclara la cosa. ¿Has vivido en esos barrios o tienes amigos allí, eh cabroncito...
De cualquier forma, gracias por el dato. Ya sé donde rentar cuando vaya a Bs Aires.
Mientra veo la peli y me como mis momoxtli con salsa valentina. ¿Quieres compadre? Vamo a ver, querido compa. Platícame en cámara lenta esa escena de la despedida de tu vecino... Como que lo contaste muy rápido. No te apures, hay suficientes momoxtli en la olla, ¿no oyes como están reventando?
Querido Don Profundo. ¿Así que con ademanes para captar a profundidad...? Ah...ya sé por donde va...goloso.
Tio Pepe! Ud. es un consumado maestro en el uso de la lengua (castellana,... o que se creyo?). El jueguito de palabras con apetencia y competencia me encantó... aunque en situacion similar me sería casi imposible pensar en competencia....
ResponderEliminarBueno, pero hablando de maestros de nuestra lengua, quien no recordará a Gustavo Adolfo Becquer? y en este caso adicionándole una veta histórica les propongo (lamentablemente no puedo decir les pongo) una reconfortante y casi desconocida lectura de una de sus obras, vaya uno a saber porque no muy promocionada, ilustrada por su hermano Valeriano:
http://www.20minutos.es/fotos/actualidad/becquer-y-los-borbones-en-pelota-3057/
Escrita, e ilustrada en el XIX, ...si fuese sido una obra actual seguramente hubiera contenido alguna página dedicada a la caza de elefantes en Africa!!!
luego me cuentan si ha sido de su agrado!!!
Un abrazo a todos y todas!!!!
Hola de nuevo!!
ResponderEliminarSi alguien quedó interesado en la obra completa, de 46 paginas, la encontrará en:
http://es.slideshare.net/elesame/stira-poltica-los-borbones-en-pelota-visin-general
Franco, no le parece que se podría inaugurar una Biblioteca de estos selectos libros en VH.... creo que serían muy dignos compañeros de sus admirables cuentos... y el que comenzo hoy.... un canto a la amistad y camaradería... imagino al dormitorio del español terminando como el camarote de los Hnos. Marx en Sopa de ganso!!!!
Hola de nuevo!!
ResponderEliminarSi alguien quedó interesado en la obra completa, de 46 paginas, la encontrará en:
http://es.slideshare.net/elesame/stira-poltica-los-borbones-en-pelota-visin-general
Franco, no le parece que se podría inaugurar una Biblioteca de estos selectos libros en VH.... creo que serían muy dignos compañeros de sus admirables cuentos... y el que comenzo hoy.... un canto a la amistad y camaradería... imagino al dormitorio del español terminando como el camarote de los Hnos. Marx en Sopa de ganso!!!!
BUENOS VECINOSSSSS... Oh my God... Luego de El Palacio Araoz X y Lo que Sucedió con Papá, creo que ocupa el top 3 de mis favoritos... no te imaginas qué placer causas al volver a publicar estas joyas del erotismo masculino, gran Franco. Esos personajes tan machos, corpulentos, velludos, con esos pectorales inmensos y hermosos, hacen volar mi imaginación, amigo... Un abrazo inmenso desde Venezuela
ResponderEliminarALEX SALVIN