Rituales masculinos

Mientras practicamos esa ancestral manía de calcular distintos tamaños, grosores y largores para ver quién la tiene más grande, ¡hum... podemos pasarla muy bien...!








































Comentarios

  1. ¡Ahhh la verga!
    ¡Que no es lo mismo que ¡A la verga! Jejeje

    Estoy de rápido, aprovechando un descanso y con esta galería se me ha puesto dura, pero dura. Están las fotos como para agua para el chocolate. Se me hace agua la boca. Jajaja

    Chao, abrazo.

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  2. Buenas!!!!
    bueno, alguien tiene que empezar...
    yo no lo hice esta mañana esperando que algún otro se anime...
    Es un tema peliagudo...!! Si lo tratamos desde el enfoque que puso Franco: un ritual.
    Sería más fácil hablar de la belleza de las fotos, de los "cuts" o "uncuts", de la firmeza, tersura, etc de esa vergas..
    Pero el ritual lleva a bucear más en las zonas "oscuras"... en aquellas comunes a TODOS los hombres, cuando en la pre adolescencia jugábamos a quien llega más lejos eyaculando, y donde por ahí descubríamos que no todos participábamos con el mismo interés, la mayoría como si se tratase de un deporte más, pura competencia, y otros (yo) absortos en el propio espectáculo, que potenciaba la exitación, y que hacía uno ganase, provocando entre los compañeros una respetuosa admiración por nuestra demostración de machismo (que era exactamente lo contrario!)
    En el caso de las fotos de hoy ya el ritual es más específico, ambos (o más de dos) lo reconocen como un paso previo, no están midiendo la extensión de cada uno con un escalímetro!!! es una excusa para frotar glande con pendejos!!
    Y dudas; son rituales el 69, una mamada, o el olfateo de la zona genital? Bueno, ya está abierto el dabate. A opinar se ha dicho!!!
    Un abrazo
    Seba

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  3. Don Pepe!!!
    Nos corrimos en simultaneo!!!
    Toallitas, por favor, Ortolani!!!
    Seba

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  4. Bueeeeeeeeeeeenas..!!!
    Sabrán disculpar al patrón de este café por no haber venido estos días. Pero, tal como lo había dicho unos días atrás, compromisos laborales me alejaron de estos hermosos "rituales" que sabemos tener entre nosotros; amén de verme obligado -placenteramente obligado en este caso- de ejercer mis cuidadosos deberes como papi.
    Todo bien???
    Ante todo, quisiera mandar un gran saludo a Chris Lopez que nos ha visitado días atrás. Es un honor y una gran alegría recibir sus cálidos comentarios. Chris es un ENORME artista que admiro desde hace tiempo y, por supuesto, su blog figura entre mis preferidos y más recomendables para visitar (ver blogroll, columna derecha)
    Chris: bienvenidísimo!!!!

    Don Pepe:
    Me alegro de haber sido un poco responsable de que se le pusiera dura la verga. Y también aprovecho para agradecerle muy sinceramente sus palabras d'après mis textos profanados. Gracias, de todo corazón!

    Don Seba:
    Es verdad que alguien tiene que empezar, tan necesario como que después todos terminemos, jejeje.
    Yo no sé si un 69, o una mamada son rituales. Los rituales son algo que se hace por algo que está adentro de uno casi como si fuera inevitable seguirlo como impulso natural. Un rito es algo casi religioso, algo que reafirma una creencia, una tradición, una memoria ancestral de la que no se puede escapar, por más que uno quiera. La observación mutua entre dos machos, creo que tiene algo (o mucho) de eso. Y diría que es casi normal "comerse" con la mirada para posicionarnos uno frente al otro. Supongo que un 69, una mamada, etc, pueden ser acciones rituales si se celebran a manera de costumbre cotidiana, pero es verdad que bien uno puede incluír o excluír a voluntad tanto una como otra actividad dentro del acto sexual. Mi atención sobre estos "rituales", tiene que ver, sobre todo, con esas acciones que son casi inevitables, como decía. Sin embargo pueden llegar a ser una fuente inagotable de motivación y excitación constante en el sexo entre dos hombres.

    Besotes

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  5. Jajaja ¡Qué Don Sebas!

    Pues tengo debates atrasados con ustedes. Aún está en mi mente el de Manu y su vecino. Estoy elaborando un sencillo algoritmo para ayudarle a mi compadre, pero ya ando bien atrasado, además de que tengo a media una respuesta a este amigo, que poco a poco le voy tomando el gusto. Mi compadre tiene una sensibilidad exquisita y a flor de piel; sobrecoge un escalofrío de lo delicioso que se siente lo que transmite. Aún papalotea en mis neuronas su comentario a Don Franco.

    Bueno, empecemos al alalimón. Mmm con respeco a los rituales. Leí como en automático la intro (prefiero no decir la palabra completa...jajaja) de Don Franco, porque mis ojos se fueron directamente a esa gran vianda de chorizos y camotes dispuestos con hermosura en ese jardín del edén masculino, al que D. Franco nos invita de vez en vez. ¿De vez en vez? Jajaja...¡diario es de vez en vez, Aay Don Pepe…!

    Sigmund Freud comentó que "los rituales eran actividades que permitían a los individuos que las practicaban liberar sus tensiones. Al revisar los comportamientos religiosos, Freud notó que tenían un efecto catártico y de ahí provenía su intensidad.” A la luz de los años, no podría estar más de acuerdo con Don Sigmund. Me explayo.

    En mi despertar me tocó ser el mayor de los amiguitos, así que algunos de los rituales los imponía yo y cómo nos divertíamos, pero más yo. Sin duda, muchos de los juegos eran para descubrir el cuerpo del otro en plena transformación y regocijarse en ese hormigueo que resultaba en desnudarse y mostrar entre el orgullo y la timidez la propia transformación: cara más recia, cuerpo más definido (en ese tiempo estábamos en el equipo de gimnasia), y los atributos masculinos que por ocultos y por ser tabú para hablar de ellos, resultaban más atrayentes al espíritu de juego.

    Sin duda la verga acaparaba la atención, pero yo me hipnotizaba con las matas, los pendejos dirían ustedes. No podía concebir cómo de nuestra piel y casi de la nada y de la noche a la mañana, asomaba un raudal de pelos lisos o hirsutos, negros en una piel blanca o morena o güeros o rubios en una piel blanca como la leche (bueno porque pendejos rubios en una piel morena como que nunca vi… ¡eh!).

    Todo partía de un juego, lo nuevo eran ya las cartas, el ajedrez, o los juegos que arrastrábamos de chavalos. Después venían los consabidos castigos, y en eso me especializaba. Jajaja. Bueno éramos chavitos, pero bien retecalientes como todos en esa etapa. Nadie quería perder, para no exponer sus miserias y quedar en el ridículo por la broma cruel.

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  6. Algunos se desarrollaban de forma deliciosamente sorprendente. Esas verguitas se transformaban en vergas gruesas, largas, circuncidadas, con pellejito, rosadas, más morenas que el cuerpo, venosas. Ya saben ustedes, atributos de hombre en cuerpo de niño que se transforma. La primera parte del ritual eran preguntas sobre el sexo, de lo que habíamos visto u oído con los hermanos mayores, vecinos, compadres y por supuesto papás. Ah las historias de papás... nos daba vergüenzas contarla pero cuando veíamos a los otros con su casita de campaña, empezábamos a entender como entrábamos en trance y el cuerpo nos empezaba a pedir más.

    Jajaaja cómo me acuerdo. El quitarse la ropa, era un espectáculo y donde más teníamos que batallar con el que perdía. Pero lo tenía que hacer a riesgo de salir del club, sí era nuestro club de Tobi. Después mostrar lo que todos queríamos ver, e inventábamos cualquier pretexto:
    Que tenía que salir corriendo al jardín, que tenía que restregarse la verga en el espejo, que tenía que darse de sentones con las nalgas desnudas, en fin mamada y media. Jajaja.

    Y luego en ocasiones las actividades llegaban al punto culminante de pajearse o de restregarse la pija con el otro perdedor. Y el ambiente se llenaba de olores olor a verga, olor a culo, olor a machitos despuntando.

    Recuerdo sólo a un amiguito con el que nos encerrábamos en el baño, mientras toda la familia estaba de fiesta, nos dábamos una mamada de verga de campeonato. Pero ahí estaba para jodernos la molesta de Martha su hermana, con su voz chillona. ¿Qué están haciendo? Chucho y Pepe ¡contesten! Y trataba de asomarse la muy cabrona por la rendija, entre el piso y la puerta. Pero más listos, nos ocultábamos tras la cortina del baño. Era delicioso estar chupándonos y oír las risas y las pláticas de los mayores. No sé cuánto duro, pero que lo disfrutamos un sinnúmero de veces…¡vaya que lo hicimos!

    ¡Abrazos franeleros! Diría El Turco...

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