Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Un remanso, un descanso y un placer para los ojos. Ver al varón en toda su belleza, luciendo su vello, el que la Naturaleza le dio, admirar sus formas, sin las distracciones de los tatuajes, depilaciones y otras alteraciones.
ResponderEliminarUn domingo gris en Buenos Aires, pero iluminado por los muchachos que nos trae Franco. Gracias
Fabrice
Fabrice,
ResponderEliminarsí, en un día como hoy, con la belleza del primer varón, ya tengo como para todo el domingo...