Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Por suerte no hay que morir para visitar este paraiso. La sola visión lo deja a uno "electrizado", queda uno como un niño en una juguetería, mirando maravillado los juguetes como mira uno estos "obeliscos", con su adorno lujuriante y lujorioso de vello púbico, Ah!, Oh!
ResponderEliminarFabrice
Otra comparasion seria come mirar un caramel de azucar.....
ResponderEliminarFabrice,
ResponderEliminarNo hay que morir para ir a este paraíso... sin embargo nos morimos por ir.
Tony,
Por qué será que siempre tenemos comparaciones comestibles...!?
saludos y abrazos!
Franco el amigo Fabrice hizo la comparacion del nino en una jugueteria, e yo con el caramelo
ResponderEliminarde aucar. En otras palabras comparaciones buenas o por lo menos para dejar la persona en un estado de felicidad o contento!!!