Nuestro minuto de fama

Al hacer un post dedicado a fotos amateurs, es cuando suelo recibir en mi casilla de correo algún que otro mensaje pidiendo por favor (en el mejor de los casos, porque a veces las personas suelen ser muy mal educadas), que retire ésta o aquella foto "comprometedora"... y es que así como lo que desencadena ese deseo de ser famoso por un instante llega compulsivamente... también sucede frecuentemente que de esa fugaz fama, que en la red funciona como un reguero de pólvora, nos queramos bajar ni bien sentimos que para ir a comprar el pan debemos salir con las gafas oscuras. Pero, claro, todos sabemos que ya es demasiado tarde.

Basta un momento de juego, de íntima fantasía, de alocada travesura, para tomar la cámara que tenemos en casa, o el celular, sí, ese que nos regalaron para el cumpleaños; y sacar lo mejor de nosotros mismos... incluso por la insistencia de ese amigo que nos adula constantemente esa parte de nuestro cuerpo que sabemos que es digna de mostrar; todo es motivo para desinhibir nuestros dormidos instintos exhibicionistas, y donde sea: en el baño, en la cocina, al aire libre, en el balcón, en la sala completamente desordenada, no, nada importa, si lo que interesa es otra cosa.

Saldrá entonces retratado el audaz, el musculoso, el ridículo, el niño, el pornostar, el romántico, el seductor, el hombre, el kitsch, el letal, todo... ¿El resultado? unas imágenes con unos exponentes increíbles que bien podrían empalidecer al más producido de los modelos alfa de toda la red homoerótica.

Si alguno de ustedes encuentra su foto aquí, espero que no esté arrepentido de nada, porque, ya sabrá que si está aquí, es porque ya dio la vuelta entera -y varias veces- alrededor de toda la planetosfera. Cualquiera sea el caso..., insustituibles amateurs: gracias por ese minuto... ¡gracias!