Desde la primera vez que, siendo niño, me fascinó el torso desnudo de un hombre, sigo asombrándome ante la maravilla de sus formas. Que un hombre se quite la camisa es algo que, al estar aceptado socialmente en ciertos ámbitos, suele pasar desapercibido. Para mí -y sé que para ustedes también- es como si me montaran el mejor espectáculo erótico del mundo.
Bueeeenas....buen día domingo!!!
ResponderEliminarVengo ansiosísmo a ver como sigue el culebrón. Y? Apareció el tipo? Qué cosa este hombre! Que pasa que no aporta ni un momentito por el café?
Me gusta el vintage, pero el cuero me da impresión. No se, lo relaciono con látigos y esas cosas y me entra un poco de miedo. Así queeeee me llevo al de la foto 2 a la mesita del fondo, pero que se saque la campera y la deje en el perchero. Asi, si.
Besos.
Mehemetcín:
ResponderEliminarBuen día, lindo... bellísimo día sobre Buenos Aires.
No, del susodicho ni rastros, che. Pero ya lo conozco, va a esperar hasta que toda la tertulia no aguante más tanto misterio (jueguito que le fascina, si lo sabré yo), y aparecerá en el momento crucial, triunfal, y con todas las galas. Sólo hay que esperar, que todo llega, jajajajaja.
Sí, a mí la onda cuero tampoco me alucina, pero, no temas, que seguramente tanto cuero, tacha y látigo, ocultan mansitos gatitos inosfensivos, los "letales" se esconden siempre detrás de apariencias adorables y tranquilitas... uich!, de esos sí, hay que huir.