Cuentito de fin de mes
El Ladrón Como todas las noches, después de dejar mi coche en el garaje, caminé por esas dos oscuras y solitarias cuadras hacia mi casa. Cuando aún no había hecho ni diez metros, noté que alguien caminaba detrás de mí. Volteé apenas la cabeza para darme cuenta al soslayo que se trataba de un individuo mal entrazado. Apresuré el paso algo temeroso aunque detrás de mí escuchaba como el hombre se acercaba cada vez más. En la calle, a esas horas: ni un alma. Solo aquel desconocido y yo. Intuí que algo malo podría pasarme pero intenté tranquilizarme. Tal vez era idea mía... tal vez era mi estúpida paranoia... tal vez... -¡No intentes nada, hijo de puta, y hacé todo lo que te diga, porque si no te entierro ésta en el estómago! -¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué querés? -¿No entendiste, imbécil? Voy a llevarme todo lo que tengas, ¡y portate bien, carajo, porque no tengo ganas de matarte! ¿Me oíste? Me quedé paralizado, al tiempo que sentía en mi costado la punta de una afilada...